jueves, 28 de abril de 2011

Buscando género


El género. Vaya palabra más ambigua, polisémica si me apuran. El género que busco no está entre las piernas. El género que busco no se encuentra en las páginas de información general o mucho menos responden a la tradición dramática. La tradición, esa que cae sobre mis hombros como si fuera una gran losa. A menos de un centímetro del suelo también se puede respirar. Comienzo una particular exploración en busca del nombre, la categoría, el concepto más adecuado para denominar lo que viví la pasada tarde del 27 de Abril.

Recibo la llamada de un amigo. Hace como una semana que no nos veíamos. Entre risas y cotilleos se deja caer la posibilidad de asistir a la exposición de la artista portuguesa Juliâo Sarmento. La obra estrella de esta exposición se llama “Cometa”. En la azotea de La Casa Encendida, un lugar donde observar el atardecer se convierte en toda una experiencia, había un pequeño cubículo en tonos beiges custodiado por un guardia de seguridad. Preguntamos al hombre en cuestión si podíamos pasar dentro.

Primera advertencia. Tenéis que pasar de uno en uno, dice el guardia de seguridad. Seguidamente señala unos bancos situados en frente del cubículo. Yo decido sentarme y ser todo un caballero permitiendo que mi amigo pase el primero. La puerta se cierra y al cabo de un rato comienzo a escuchar una música a medio camino entre la bossa nova y el latin jazz. Después de cinco minutos se abre de nuevo la puerta y mi amigo sale. Su cara era un poema. A penas podía mediar palabra. Desgraciadamente yo ya me había leído el programa de la exposición. Mi amigo comparte sus primeras impresiones (todas ellas fundamentadas en la emoción más pura y no en un análisis academicista. Como si en el arte hubiese una fórmula científica que diera con la excelencia, la esencia de la obra maestra) y ante tal derroche de sentimiento decido entrar.

El guardia de seguridad da dos golpes en la puerta. Realiza un gesto con la cabeza para indicarme que ya puedo entrar. Ya no estaba en Madrid. Una habitación de un verde encendido que quema las retinas. Un reproductor de música. Un aparato de aire acondicionado. Un hombre y una mujer sentados sobre dos simples sillas marrones. El tiempo se detuvo y yo me quedo pegado a la pared. La mujer se levanta, enciende el reproductor de música y comienza a bailar. Se acerca a mi sigilosamente. No puedo dejar de mirarla. Me siento invadido por la sensualidad de sus movimientos y por la dulzura de su mirada. Sin darme cuenta esta a menos de 50 cm de mi cara. ¿Qué hará? ¿Quién es el voyeur? ¿Quién es el que está observando? ¿Quién está verdaderamente expuesto? Indefenso. Mi kinosfera es invadida por el calor. La presión sanguínea  va en aumento y para colmo, el hombre se pone en pie. Él se acerca a Ella. Ella cierra los ojos. Ambos bailan. Ambos bailan tan cerca de mi que me siento incómodo. Me muerdo las uñas. Humedezco mis labios. Me rasco un hombro. Miro al suelo. Veo un pie desnudo. Observo un muslo fornido, musculado, masculino en definitiva. El género es lo de menos. El género está sobrevalorado. ¿Esto es una columna? ¿Una reseña a posteriori? ¡Yo que sé!. Hombre y mujer están cada vez más cerca. Mi incomodidad va en un aumento. Ellos hacen como si yo no estuviera y dan rienda suelta a un juego donde él y ella se convierten en uno. Ella se acerca al reproductor de música. Lo apaga y se sienta. Él también se sienta como si nada hubiera pasado.

Yo salgo por la puerta intentando buscar una mirada amable. Han invadido mi trinchera y ha sido maravilloso. Los límites, la intimidad, lo público y lo privado se conjugan en una danza donde no existen barreras. Yo quería hacer una crítica, yo quería escribir sobre esto que han llamado performance continúa (encuentro insuficientes ambas palabras para designar lo que sucede en lo alto de Ronda de Valencia nº 2) pero no sabía como. Estas serán las últimas frases y palabras de una... ¿columna? En tu manos queda encontrar el género. En tus manos está encontrar la denominación adecuada para una tarde producto de lo inesperado.

ZIGMAT

De una profunda y divertida crítica social

La avería, de Friedrich Dürrenmatt. Versión teatral de Fernando Sansegundo. Dirección: Blanca Portillo. Ayudante de dirección: Carlos Martínez-Abarca. Espacio escénico: Andrea D’Orico. Iluminación: Pedro Yagüe. Vestuario: Elisa Sanz.. Música original: Pablo Salinas. Creación sonora: Mariano García. Movimiento: Mar Navarro. Caracterización: Javier Hernández. Maquillaje y peluquería: Elena Cuevas. Intérpretes: Daniel Grao, Emma Suárez, Fernando Soto, José Luis García Pérez, Asier Etxeandia, Jose Luis Torrijo. Matadero, Naves del Español. Del 17 de marzo al 24 de abril.


 La avería, montaje dirigido por Blanca Portillo, con versión teatral de Fernando Sansegundo a partir del relato corto de Friedrich Dürrenmatt, escritor suizo cuya obra teatral más célebre es La visita de la anciana dama.
  La propuesta conjuga inteligentemente elementos que gustan a los entendidos del teatro con otros que gustan a los profanos. Y no se queda ahí. La crítica cae de forma implacable sobre el espíritu desenfadado del emprendedor optimista y luchador, la ambición individual como motor en este mundo lleno de oportunidades para el hombre psicopáticamente trabajador. Los espectadores no son avisados antes de tiempo de que al final se les hará pensar sobre sí mismos y su propio mundo. Se va a poner encima de la mesa una profunda reflexión teórica sobre el mundo contemporáneo, pero desarrollada sutilmente, alzada desde el subtexto en dirección a la cara del público, a través de un personaje acorralado por unos ancianos aparentemente inofensivos, hasta interpelar directamente a los espectadores con los enérgicos discursos de un fiscal y de un abogado defensor jubilados de la Ley, pero no de la justicia. Todo esto después de acontecimientos y bailes entretenidos, sugestivamente disparatados a veces, y siempre muy bien ejecutados.
  Todo comienza con una llegada y una misteriosa atmósfera que se va enrareciendo gradualmente,  con una escenografía realista, el interior de una vieja casa habitada por los extraños ancianos que esperan, ante una inmensa estantería llena de libros, practicable por puerta y escaleras, que sin alejarse del realismo genera a la vez una sensación de aislamiento y de marioneta, como si fuera una casa de juguete en medio de la nada.
  Es la historia de un viajero, Alfredo Traps, Gerente comercial de una empresa de textiles, que sufre la avería de su flamante Studebaker, a la vez avería simbólica de su existir inconsciente, directo a sus sueños, derribando obstáculos humanos como objetos. Los diálogos y las expresiones han sido inteligentemente construidas por Sansegundo, con gran sentido del humor, del ritmo, y con algunas referencias literarias que siempre hacen ruborizarse al estudioso. Como dice uno de los ancianos: antes las personas no podían evitar dejar su futuro en manos de los dioses, del destino, o de las hadas. Ahora está en manos de las máquinas que utilizamos a todas horas y de los mecánicos que pueden arreglarlas.
  Los intérpretes han realizado un trabajo gestual y vocal impresionante, destaca Asier Etxeandia en el papel del fiscal Zorn con una presencia en escena contundente y convincente, sin quedarse atrás los demás miembros del elenco, con José Luis García-Pérez en el más convencional papel de Traps, Daniel Grao, Emma Suárez, Fernando Soto y José Luis Torrijo en los del Juez, la anciana ama de llaves, el defensor Piler y el “tabernero” Kummer. Unos actores jóvenes se han metido en la piel de ancianos y han conseguido convencer e incluso divertir con la evolución mágica de sus personajes, sus contorsiones y gestos. Es una labor dura pero seguramente divertida y gratificante para el actor. Y eso se nota desde las butacas. Por su puesto hay que señalar el mérito de las coreografías y el movimiento, cuidado hasta el detalle. En definitiva, una apuesta ambiciosa, con una exigencia actoral tremenda, que ha resultado un éxito merecido.

Fabricio Barreiro

No ver ni un pito


Los huesillos, las roscas, el azúcar quemado y crujiente, las torrijas, el aroma a canela, ralladura de limón y anisetes. El laurel y las palmas trenzadas, los tambores y las cornetas, el sonido delator de los gallos. El chirriar de las cadenas y los maderos arrastrados por el suelo. El palio y el incienso. Los cirios encendidos llorando lágrimas de cera. Los oficios. Las flores blancas, los mantos verdes. La última cena, el huerto de los olivos, el beso de Judas. Los nazarenos. Las saetas. ¡Al cielo con ella! La sangre, el Cristo amarrado a la columna, los látigos. El ángel custodio. Las espaldas en carne viva, las lanzas en el costado. La Virgen y sus siete puñales clavados en el corazón. El Vía Crucis. Los nudillos destrozados en Calanda, el sermón de las siete palabras. El Cristo de la Buena Muerte. La legión. Los Picaos de San Vicente de La Sonsierra. Las mantillas, las bolas de los rosarios resbalando entre los dedos. Los pies descalzos. Los Empalaos en Valverde de la Vera. Las Crucifixiones en Filipinas. La Semana Santa.
El pueblo de Medina del Campo, Valladolid, le encargo este año a Ricardo Flecha una nueva talla para sus procesiones, las más antiguas de España. El escultor, basándose en la imaginería española de los siglos XVI y XVII, esculpió un Cristo desnudo en brazos de la muerte. Desnudo, como todos a la hora de enfrentarnos con la muerte. Desnudo, sin circuncidar, solo... y al final, ruborizados, le pintaron coloretes en las mejillas: ¡lo vistieron con un paño de pureza para no escandalizar a sus fieles! ¿qué pensarían, si no, todos aquellos niños? ¿qué preguntarían a sus padres, todos aquellos niños que pueden ver litros y litros de sangre, pero no pueden ver ni un pito?


Irene Ochoa


miércoles, 27 de abril de 2011



La poesía de Goethe hecha música en el Werther de Massenet del Teatro Real de Madrid

por Habaguanex

Werther de Jules Massenet. Dirección musical, Emmanuel Villaume. Dirección de escena, Willy Decker. Escenografía y figurines, Joachim Klein. Reparto: Werther, Giuseppe Filianoti. Albert, Ángel Ódena. El burgomaestre, Jean-Philippe Lafont. Schmidt, Francisco Vas. Jochann Miguel Sola. Charlotte, Sonia Ganassi. Sophie, Auxiliadora Toledano. Käthchen Maite Maruri. Teatro Real de Madrid 30-03-2011


Si nos adentramos en el mundo musical y dramatúrgico de la ópera intentando seleccionar el personaje más representativo del Romanticismo, sin lugar a dudas coincidiríamos en que se trata del Werther del compositor francés Jules Massenet.
La obra literaria fuente de inspiración de los libretistas Edouard Blau, Paul Milliet y Georges Hartmann, fue la novela “Los sufrimientos del joven Werther” del gran poeta germano Johann Wolfgang Von Goethe. La misma provocó tal revuelo en su época, que los jóvenes imitaban del héroe; su vocabulario, su vestuario y hasta su decisión final de arrebatarse la vida. La versión musical fue concebida en dos concepciones, la alemana estrenada en la ópera de Viena en 1892 y la francesa en la Ópera Cómica de París el 16 de Enero de 1893. El transcurso de seis años fueron necesarios para que el público español acompañara al joven poeta en sus avatares amorosos. Fue esa vez en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona en 1899.
El músico autor de títulos como El Cid, Manon y Don Quijote ejercería con su música gran influencia en los compositores italianos más célebres e importantes. El leit motiv creado por Wagner fue utilizado por él pero aportándole una ligereza francesa. En Werther es aplicado con breves acordes de la famosa aria que reserva para el tercer acto como símbolo de la dicotomía entre el amor y el dolor.
El teatro Real de Madrid y su dirección, conscientes de la vigencia y la popularidad de ésta partitura, nos presenta una nueva producción procedente de la ópera de Fráncfort, donde todos los recursos y elementos necesarios para trasmitir musical y dramatúrgicamente el poderoso y hondo mensaje de la obra más emblemática de Masenet se han dado cita.
La orquesta titular del Teatro Real de Madrid compuesta por ochenta profesores fue acertadamente conducida por el director musical Enmanuel Villaume. Éste ejerce además como titular de la orquesta filarmónica de Eslovenia y de la Filarmónica eslovaca en Bratislava. Juntos nos hicieron transitar por un pentagrama verdaderamente inmortal.
Su experiencia y maestría no solo en la conducción orquestal, sino en el dominio estilístico y musical de Masenet, quedó patente con un control absoluto de la partitura y del empaste instrumental. De gran efecto sin duda se nos presentó con una batuta de sólido apoyo dramático a los cantantes a través de un acompañamiento impecable. La dinámica de fortes y pianísimos logrados en los momentos de mayor entrega fueron realmente encomiables.
El bagaje en las experiencias de producciones operísticas del director de escena alemán Willy Decker, permitió una puesta en escena dinámica y profunda, donde las incongruencias entre argumento y escenificación fueron sorteadas de manera convincente. Obtuvo un lenguaje escénico de gran contemporaneidad haciendo asimilable desde la perspectiva teatral del siglo XXI una obra que supera los dos siglos. Menos acertado estuvo Decker colocando en puntos demasiados cercanos a los límites laterales de la escenografía de caja alemana concebida para esta propuesta, escenas donde la vista del espectador se hace inaccesible incluso desde las localidades consideradas de buena visibilidad.
El escenógrafo alemán Wolfgang Gussmann eligió un decorado único transformable en varios espacios. Visualmente consigue transmitir el mundo onírico y la inconmensurabilidad de las pasiones acordes a la psicología de los personajes. Un mundo de belleza surrealista acompañará al héroe durante toda la obra, aunque en ocasiones resultara demasiado reiterativa y monótona. La simplificación espacial respecto a la variedad de locaciones que describe la historia, es la razón del desacierto.
Los personajes protagónicos como Charlotte, asumida por la mezzosoprano lírica de origen italiano Sonia Ganassien mostró con convicción su debate interno en lo referente a cumplir la voluntad materna aceptando a Albert y a la atracción incontrolable de abrir su corazón al tierno y atormentado Werther. Si bien en el primero y segundo acto su intervención se caracterizó por la discreción, con una emisión contenida de su voz, en los tercero y cuarto actos se reveló con una entrega tanto vocal como interpretativa que logró cautivar al auditorio.
La española Auxiliadora Toledano en el papel de Sophie hermana de Charlotte, demostró grandes dotes interpretativas. Su timbre de soprano lírica es rico y sonoro, con un squillo (Brillo) que logró traspasar la sonoridad orquestal. Nos regaló grandes momentos de credibilidad e inocencia, propios de la jovencísima enamorada que no es correspondida por el poeta al preferir a su hermana.
El barítono Ángel Ódena asume el rol de Albert, prometido y luego esposo de Charlotte. Su interpretación fue convincente y su hermosa voz de armónicos bronceados apoyó la nobleza y carácter comprensible del personaje.
Otro momento de acierto fue la intervención del conjunto coral Pequeños Cantores. Niños que asumieron con total naturalidad lo imponente del gran escenario. En sus intervenciones como los hermanos pequeños de Charlotte y Sophie, hicieron gala de su afinación, absoluto empaste vocal y profesionalidad. Mérito indiscutible de la dirección coral a cargo de Andrés Máspero.
Le Bailli el viudo y padre de Charlotte y Sophie, es encarnado por el bajo Jean-Philipe Lafont. Su concepción sobria fue complementada con una voz contundente, pudo fácilmente abordar las exigencias vocales del personaje.
Los secundarios Käthchen, niñera, Schmidt y Jochann compañeros de taberna de burgomaestre, bajo y barítono respectivamente, fueron piezas de apoyo convincentes en el plano vocal, musical e interpretativo.
Respecto al personaje principal, el amante y apasionado Werther, alter ego de su creador. Sería muy acertado imaginar que Goethe se sentiría plenamente identificado con el tenor calabrés Giuseppe Filianoti.
El cantante rozó la perfección frente a la partitura actoral y musical. La impresionante belleza de su voz, unida a una capacidad de actuación poco habitual en el género, fueron los ingredientes perfectos para disfrutar de un Werther excepcional. Sus agudos generosos de timbre aterciopelado, el fraseo, legatto y musicalidad, se pusieron de manifiesto durante los cuatro actos de la ópera. La temible tesitura compuesta por pasajes que llegan incluso al do sobreagudo, no impidieron que los dúos, escenas de conjunto y el famosísimo aria Pourquoi me réveiller con sus dos arriesgados Si bemoles perdieran un ápice de brillo y sublimidad. El llamado Tristán francés por el paralelismo que tiene en el sentido dificultoso de su ejecución con el personaje de la ópera de Wagner, encontró en Filianoti un auténtico exponente.
Sin lugar a dudas la propuesta del Teatro Real de Madrid al decidir recrear la historia del héroe por excelencia de la literatura romántica, es un auténtico regalo para los amantes del arte lírico.

Habaguanex

miércoles, 20 de abril de 2011

La magia del actor

Caminando plácidamente por la calle me encontré una percha. Pensé, qué cantidad de vestuario se debe haber colgado en esta percha. El de un trabajador, el de un ministro o el de un estudiante. ¡La percha es democrática! ¡En las próximas elecciones votemos a la percha! De hecho, está tan colgada como los políticos.

Fijándome bien, en la parte superior de la percha compruebo que podría ser un actor, ya que siempre está en un durísimo interrogante. ¿Qué haré mañana? ¿Qué comeré?... El triángulo interior sería el escenario y los extremos pueden ser el público. Se formaría un triángulo donde pasaría la corriente entren el actor y el espectador. Lo importante es que el espacio asuma su condición de magia.

Si unimos los dos vértices sobre la base de un triángulo, este espacio asume facultades diversas. El espectador se da cuenta de que está en presencia, no sólo del actor, sino de los demás espectadores. Entonces es consciente de que el actor no es, sino finge ser y comienza un discurso, una virtualidad teatral. ¿Qué pasaría si uno de los tres puntos no están en su sitio? ¿Y si, el actor que desempeña el rol de marqués, se cree verdaderamente un marqués? La respuesta es obvia: sería un capullo. No digo que los capullos no puedan hacer teatro, conozco a tantos que podría hacer una lista. Por otro lado, si todos en la sala creen que es un auténtico marqués, no estaríamos hablando de la geometría del teatro, sino de otro lugar. Entonces, estaríamos en la iglesia, sería una misa.

Un actor, dos espectadores y nada más. Ni maquillaje, ni vestuario, ni siquiera las luces, ni la banda sonora. El actor no necesita nada ni a nadie, es la envidia de la iglesia. Antes al actor se le enterraba fuera de los cementerios porque no eran dignos de campo santo. Es normal, porque el actor, le roba el oficio al sacerdote, al oficiante religioso y porque tiene contacto con la divinidad, con los símbolos... hace milagros, le roba los milagros al pobre sacerdote. El actor es quizás la más baja, pero ciertamente la más milagrosa de las figuras teatrales; ya que no es un punto, sino también es de carne y hueso con todos sus límites y defectos.


Aleix Serra

Mi compañera



La lengua, ese cuerpo carnoso, fibroso y móvil ubicado en el interior de la boca es mi fiel compañera. Me ayuda a degustar miles de sabores, muchos de ellos los disfruto saboreándolos. El amargor del café, el dulzor de un buen pastel, la acidez de un limón y el salado del bacalao.

Además, ella me ayuda con la articulación de los sonidos. Gracias a su movimiento puedo decir miles de palabras. Con ellas me comunico, discuto, enamoro, engaño, disfruto... en definitiva a través de ella mis sentimientos se convierten en palabras.

En un beso se convierte en la gran actriz, en la protagonista de los deseos humanos. A ti te debo muchos de los grandes momentos de pasión de mi vida. Gracias compañera por seguir viajando conmigo en los buenos y malos momentos.

Aleix Serra



domingo, 10 de abril de 2011

Creador de mundos propios


El jardín de las delicias, de Fernando Arrabal. Dirección: Rosario Ruiz Rodgers. Escenografía y Vestuario: Curtidores de Teatro. Diseño de Iluminación: Eduardo Vizuete. Música: Isidro Anaya. Intérpretes: Ángels Jiménez, Arturo Bernal, Mercé Rovira, Carlos Domingo. Video escena: Eduardo López. Madrid. Sala Cuarta Pared. 08 al 10 y 14 al 16 de abril del 2011



Enfrentarse a un texto como El jardín de las delicias del dramaturgo Fernando Arrabal no es tarea fácil. Rosario Ruiz Rodgers muestra durante estos días su lectura personal en la sala la Cuarta Pared. Vayamos por partes.
El texto, escrito en 1967 y cargado de actualidad, es ágil y lleno de sugerentes imágenes poéticas que nos sumergen en el mundo personal del autor. Absurdo y surrealismo se funden para crear una obra no exenta de contenido y no carente de humor, donde se tratan temas como la libertad y la educación partiendo de presupuestos vanguardistas: despersonalizar los elementos vivos y animar los elementos despersonalizados.
La directora hace uso de sencillas y útiles convenciones teatrales en su montaje, aunque una vez creadas las vaya destruyendo llegando a originar en el espectador pequeñas confusiones, la interpretación siempre frontal, el abuso innecesario de las proyecciones o el poco uso de las entradas y salidas de elementos por las patas, no ayudan a reforzar el potente lirismo de la obra, más conseguido en la primera parte que en la segunda donde el texto se vuelve más complejo y dinámico. Es díficil llevar a escena y representar un mundo tan subjetivo, complejo y misterioso como el los sueños.
El espacio único, compuesto por un panorama fuertemente atmosférico, se divide en tres partes para dar lugar a un bosque, un internado y la casa palacio de la actriz protagonista encarnada por la siempre interesante Angels Jiménez. Un arco ojival gótico, con movimiento  rotacional poco utilizado, en medio de la escena y unas palmeras, que a veces ensuciaban la visual del público, completan la escenografía. Diferentes elementos como un carretón lleno de ovejas, un gran cuchillo, una jaula o un huevo gigante ayudan a recrear el mundo onírico de Arrabal.
En la interpretación se echa de menos un juego carnavalesco más depurado y grotesco y una técnica algo diferente a la hora de enfrentarse a un texto no naturalista; aunque los cuatro actores, algunos con diferentes personajes, realizan una buena interpretación ayudando al seguimiento y la compresión del montaje.
Pequeños fallos de iluminación, partes iluminadas cuando el foco se hallaba en otro lugar de la escena, y algún que otro ruido entre bambalinas hacen que el público se distancie excesivamente en varias ocasiones y pierda la fuerza poética representada en el escenario. La potencia y la riqueza del texto se queda algo mermada, aunque el montaje sea un buen ejemplo para conocer la controvertida figura del melillense Fernando Arrabal, dramaturgo heterodoxo, creador de mundos propios y significados múltiples. 
Irene Ochoa

Una delicia de jardín



El jardín de las delicias, de Fernando Arrabal. Dirección: Rosario Ruiz Rodgers. Escenografía y Vestuario: Curtidores de Teatro. Diseño de Iluminación: Eduardo Vizuete. Música: Isidro Anaya. Intérpretes: Ángels Jiménez, Arturo Bernal, Mercé Rovira, Carlos Domingo. Madrid. Sala Cuarta Pared. 08 al 10 y 14 al 16 de abril del 2011.

Partamos de una hipótesis: el teatro nos hace mejores personas. Aceptamos esto. Y puede suceder de dos formas distintas: mostrando directamente la crueldad de la realidad desde una mirada cotidiana, o componiendo una partitura de super-realidad que pone en evidencia la limitada simplicidad de la mirada cotidiana.
  Este segundo teatro coquetea más audazmente con los sueños, con lo oculto y maravilloso, con la verdadera esperanza poética. Un ejemplo es El jardín de las delicias, de Fernando Arrabal. El autor es un experto creador de relatos que oscilan entre lo espiritual y la sabrosa suciedad, de imágenes sugestivas y personajes llevados al absurdo extremo, en aislamiento, en éxtasis a veces. Este germen textual, que genera por sí mismo el movimiento en la mente del lector, ha sido llevado a escena por la directora Rosario Ruiz Rodgers, con un dinamismo digno de mencionar, mediante transiciones sencillas, acordes con la convención teatral y sin grandilocuentes mecanismos. Colorismo: dos espacios-lugares distintos pueden cobrar mayor intensidad y oposición mediante una sencilla pero marcada iluminación. Detalles: el foco en el centro de la escena es un recurso teatral que no cabe desaprovechar. 
  Tienen esos cuadros escénicos una fuerza temblorosamente primigenia, arcaica. La prueba del algodón, para comprobar la eficacia del golpe, es el abandono de la sala por parte de algunos inconformistas; en cualquier caso, no los suficientes para empañar la ovación final del respetable, con cuatro salidas de los actores y algunos aplausos para las ovejas de cartón, animales-objeto con relevancia en la trama.
  El buen uso de los recursos teatrales de un texto con tal coherencia simbólica produce que el desenlace de la obra te deje sentado durante los minutos necesarios para aplaudir suficientemente la genialidad. Pese al deseo de una mejor factura en los objetos, para poder creer más cómodamente en la posibilidad de estos relatos míticos, en la grandeza. En este caso, de la expresión amplificada de unos personajes que transitan entre la esclavitud y el cuento de hadas, lo excremental y la pureza, el instinto animal y el amor, la materia y el espíritu, para terminar en una redonda y emocionante síntesis. Más Arrabales, por favor.  Los intérpretes de este montaje, producido por Proyecto Bufo y Curtidores de Teatro, han conseguido expresar esa potencia del alma humana en pugna, que se convierte dentro de la escena de la sala Cuarta Pared en sacralidad y, en algunos momentos, en desarticulación corporal, muecas y gestos grotescos y espontáneos, sin alardes ni coreografías minimalistas.
  La buena dirección del texto de Arrabal, dentro del Proyecto ETC de la Cuarta Pared, alimenta la esperanza de ver más teatro moderno, teatro moderno y a la vez producto de la verdadera necesidad poética.

Fabricio Barreiro

jueves, 7 de abril de 2011

Arrabal vuelve a España



La sala madrileña Cuarta Pared estrena hoy día 8 de abril la obra El jardín de las delicias del controvertido dramaturgo, fundador del Grupo Pánico, Fernando Arrabal. El texto, escrito en 1967, toma su nombre del famoso tríptico de El Bosco y es llevado a escena por la directora Rosario Ruiz Rodgers dentro del Ciclo Impulso ETC. La tragedia, donde se mezclan juego y crueldad, vuelca sobre las tablas con un potente lenguaje plástico reflexiones sobre la libertad física y espiritual. El montaje podrá verse hasta el 17 de abril de 2011.


Dramaturgos y promoción en medios digitales


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ZIGMAT




La magia del teatro


A Fabricio Barreiro


Parece que ya llega el verano saltándose a la torera a la primavera y es que últimamente el mundo está como loco, algo atolondrado. Al final va a resultar verdad que está hecho a imagen y semejanza nuestra. ¡Habrase visto! la calor tan deseada en invierno, no hace pizca de gracia cuando de verdad toca.
La estación de las flores siempre fue una época difícil, tan sólo hay que sentarse en las primeras terrazas, poner la oreja, y observar como la gente camina apesadumbrada por la calle con un clínex de una mano y la chaqueta colgando de la otra, entre alergias y sopores a los que todavía uno no se ha acostumbrado. Nunca ha sabido muy bien el género humano a lo que atenerse, lo quiere todo y no se conforma con nada, o pescadito frito o cocido montañes, bufanda o mangas de camisa, ¡decídanse!
Que el hombre es un animal inconformista está dado por hecho y claramente demostrado, no seré yo la que diga lo contrario, pero si me aventuraré a darles la única solución posible: brujería. No se quejen tanto, señoras y señores, acéptense y dense prisa en llenar los recintos teatrales, porque solo con la magia del espectáculo se consigue que sea otoño, estando aún en primavera.
He aquí el arte del teatro, el Festival de Otoño, en primavera. Y todos tan contentos, ¿no?

 Irene Ochoa

Tierno teatro

Me gusta mucho ir al teatro, aunque no comprenda lo que pasa en escena o no quiera comprender para no enfadarme, que es muy malo enfadarse a veces, sobretodo en primavera. Me gusta mucho ir al teatro porque entonces tengo que llamar a mis amigos para preguntarles si quieren ir conmigo. Si no quieren ir, no me gusta. Pero si quieren, me gusta mucho porque entonces me ducho y me afeito, preparo un arrocito con mucha alegría, mientras escucho la lejana música, sin llegar a entender la letra y así es mucho mejor, así sólo cocino y mi sangre baila al son de la música y de mis esperanzas ante una tarde-noche agradable y divertida. Y cocino con mucho amor, que en la comida ralentiza la eficacia pero no el placer. Llega la hora de salir de casa y no he catado el arroz. Pero da igual porque me voy al teatro que me sacia con belleza o con desencanto, ¡pero bello y alimenticio también el desencanto! Me voy a ver una obra con olor de cebolla y ajo, ¡pero también de azafrán! En el teatro me encuentro con Irene, que la muerte le ha sentado muy bien, con Irol y sus buenas ideas, un poco atribuladas de tanto pensar en el siglo XIX. Entonces me tocan la cara y me huelen, yo les digo que antes de salir hice un arroz muy sabroso y reímos y nos encanta el teatro. Por ahí andan Ángel y Zigmat, recién llegado éste de Las Vegas, donde se lo ha gastado todo al más puro estilo del atolondrado jugador Fabricio. Aunque no pasa nada, porque entramos gratis al teatro, porque vamos con amigos. También está Habaguanex, que viene de la ópera y tiene que cambiar el chip porque la obra que vamos a ver es naturalista. Y Ani, acompañada siempre de la Galgo, también Aleix y Ugrumov, que llega derrapando con su bici. Y otros. Estamos todos. Incluso ese nico guau, que decía que no le gusta el teatro pero en el fondo sí le gusta. Después del viaje pararemos en alguna tasca madrileña, nos juntaremos con algún profesor, con algún maestro, conversaremos, aprenderemos todos. Cañearemos y tomaremos unas tapas, que el teatro alimenta, ¡pero el arroz también!

Fabricio Barreiro

Arrabal censurado en facebook. Redes sociales y libertad de expresión




 "Fernando Arrabal: censure en Facebook. Oeuvre phallique"


  • Se trata de una pintura de un hombre desnudo que abraza un gigantesco falo.
  • Los responsables de la red social le han pedido que retire la imagen.
  • Arrabal ha decidido abandonar tanto Facebook como Twitter.

El  poeta , dramaturgo y cineasta español Fernando Arrabal no ha denunciado la censura de una obra suya explícitamente fálica en Facebook.
La pintura, diseñada por Arrabal y ejecutada por Mylène Leloup, muestra a un hombre desnudo dotado de un pene diminuto que porta en sus brazos un gigantesco falo. "Normalmente nosotros, los hombres, nos presentamos con un falo extraordinario como arma, como bandera, cuando en realidad llevamos una morcillita entre las piernas", comentó el creador afincado en París, que esbozó la obra para que Leloup la terminase.
 La  red social  ha eliminado la imagen de su servidor. El artista indicó que ha recibido una notificación explicándole que ese tipo de imágenes "no pueden aparecer en Facebook". Arrabal (Melilla, 1932), ha decidido abandonar tanto esa red social como Twitter, pero no por la presunta censura que  no denuncia, sino ante la proliferación de "falsos" dobles que suplantan su identidad.
En Facebook "hay muchos Fernando Arrabal, muchos Victor Hugo, muchos Samuel Beckett" creados por falsos dobles y, "por simpatía hacia ellos, que lo hacen muy bien", el artista español ha decidido retirarse de dichos medios de comunicación.
"Los que me conocen saben que ya no  ya no estoy  en Facebook", dijo el artista, que se describe como gran admirador del creador de esa red social, Mark Zuckerberg, con quien dice tener puntos biográficos en común, como que ambos fueran reconocidos como superdotados, aunque le reconoce más mérito   a quien califica como "Montaña de azúcar", por la traducción del apellido Zuckerberg.
Arrabal considera que las desavenencias con la política de Facebook forman parte de ese "misterio" que le ha acompañado a lo largo de toda su vida y que provoca que le sucedan cosas "extraordinarias", como la condena a muerte de su padre en la Guerra Civil o la prohibición  total  de su trabajo en España, antes de la muerte de Franco.

sábado, 2 de abril de 2011

¿ Cúal es tu postura?

" Todos los obstáculos me rompen". Kafka
"Rompo todos los obstáculos". Balzac

yo ante esto digo:

"Querido mundo, preferiblemente del Sur
guárdame un trocito de tierra
donde poder escribir mis poemas,
en absoluto silencio".

 Juana Galgo Vereda.

¡Qué lengua!

"La lengua es un trébol de tres hojas.
Un pétalo de manzanilla y miel.
Camina ágil y sobrepasa el infinito.
Otro pétalo de llaga y ceniza y oscuro
como la noche, cuyo significado impide tragar dulce esencia del universo.
 Un tercer pétalo de descanso y ensoñaciones
donde las palabras quedan suspendidas
en posible ala de Ángel o sombra de espectro".

                                                                           Ani Olvido Pradera

viernes, 1 de abril de 2011

Parole


La lengua nos hace prisioneros de una cárcel de palabras. Dobles sentidos, malas interpretaciones o el tan traído “No, lo que yo quería decir era …” Nada. Palabras, palabras y más palabras. Ahora mismo me faltan las palabras. No obstante seguiré escribiendo para comunicar. Algunas veces la comunicación se vislumbra como una entelequia, algo inalcanzable, algo por lo que luchar con uñas y dientes. Con lengua y con palabras. Palabras que articulan mi pensamiento entorno a una idea. En este momento me doy cuenta de cuanto necesito esa cárcel de palabras para poder expresar todo aquello que deseo compartir. ¿Cómo lo hago?. Con Palabras. El alguacil vuelve a cerrar la celda. Vuelvo a caer en la tentación de hablar. Palabras que arden en mi boca y piden escapar. En cualquier instante saldrán disparadas como un misil tomahawk. No suenan los tambores de guerra, aún queda algo de esperanza. La verborrea, de momento, no es un trastorno psicológico. Tiempo al tiempo y palabras a las palabras. 


ZIGMAT

@DameElizabeth

Son las 03:00 a.m y no consigo conciliar el sueño. En este preciso instante me viene a la cabeza una mirada, una mirada enigmática, prácticamente inmortal. La mirada de una mujer de 79 años que usaba twitter para reflexionar sobre su vida, una de esas vidas que son inconmensurables. Hoy su estela cruza el universo como un meteorito que ha perdido su órbita. Su espíritu vaga junto a otros seres galácticos que un día pisaron la tierra y que, como ella, nos hicieron palidecer. Elizabeth Taylor poseía unos ojos tan azules, que puestos a soñar, lloraron diamantes. Una vida de vértigo entre focos, alfombras rojas, fiestas o diversas causas humanitarias. ¡Prevenidos, cámara, acción! Grandes amistades y grandes desengaños, esos ojos por cuantos hombres no habrán llorado, ¿o habrá sido al contrario? Esos ojos que, según los más mitómanos, tenían un tono violáceo, según los especialistas, esto es imposible. En la vida de una gran estrella de hollywood nada es imposible, sobre todo si eres una de las supervivientes del star system más dorado. Ese que pasaba las veladas en el Sunset Tower Hotel de fiesta en fiesta o de cama en cama.

No resulta extraño que una mujer de 79 años haya posado sus preciosos ojos en la red social del microblogging, eltuiteo” o literalmente el “picoteo”. Bajo el nombre de DameElizabeth compartía con sus seguidores esos pensamientos que sobrevolaban su cabeza durante esas largas esperas entre una operación y otra. De quirófano en quirófano. Twitter se convirtió en el espejo de su sufrimiento. El sufrimiento en menos de 140 caracteres. Decido ir tras las huellas de Liz Taylor en twitter. Primer paso: crearme un perfil. Me adentro en la red social bajo el nombre de Zigmat. Segundo paso: convertirme en seguidor de ese monstruo de la pantalla. ¿Cuál es mi sorpresa?. Una mujer serena que ama los pequeños detalles de la vida. Un ejemplo, uno de sus tweets pertenecientes al pasado año, habla de lo maravilloso que es ver crecer las orquídeas en su jardín. La sencillez y la vida sosegada llamaron a su puerta tras varios fracasos matrimoniales, algún que otro coqueteo con alguna sustancia no del todo legal y una carrera coronada por la Academia de Cine en dos ocasiones. 

Un día, Liz Taylor decidió compartir con el mundo todo aquello que la emocionaba, todo aquello que la atormentaba o simplemente aquello por lo que lloraba. 140 caracteres no son suficientes para recordar la vida de una mujer transformada en icono. Suspendida en el tiempo por los siglos de los siglos. Twitter perecerá. Ella vive eternamente en cada uno de nosotros. O por lo menos así lo siente un servidor. No tengan en cuentan las cursilerías, son de las  que aparecen a las tres de la madrugada. 


ZIGMAT