jueves, 7 de abril de 2011

Tierno teatro

Me gusta mucho ir al teatro, aunque no comprenda lo que pasa en escena o no quiera comprender para no enfadarme, que es muy malo enfadarse a veces, sobretodo en primavera. Me gusta mucho ir al teatro porque entonces tengo que llamar a mis amigos para preguntarles si quieren ir conmigo. Si no quieren ir, no me gusta. Pero si quieren, me gusta mucho porque entonces me ducho y me afeito, preparo un arrocito con mucha alegría, mientras escucho la lejana música, sin llegar a entender la letra y así es mucho mejor, así sólo cocino y mi sangre baila al son de la música y de mis esperanzas ante una tarde-noche agradable y divertida. Y cocino con mucho amor, que en la comida ralentiza la eficacia pero no el placer. Llega la hora de salir de casa y no he catado el arroz. Pero da igual porque me voy al teatro que me sacia con belleza o con desencanto, ¡pero bello y alimenticio también el desencanto! Me voy a ver una obra con olor de cebolla y ajo, ¡pero también de azafrán! En el teatro me encuentro con Irene, que la muerte le ha sentado muy bien, con Irol y sus buenas ideas, un poco atribuladas de tanto pensar en el siglo XIX. Entonces me tocan la cara y me huelen, yo les digo que antes de salir hice un arroz muy sabroso y reímos y nos encanta el teatro. Por ahí andan Ángel y Zigmat, recién llegado éste de Las Vegas, donde se lo ha gastado todo al más puro estilo del atolondrado jugador Fabricio. Aunque no pasa nada, porque entramos gratis al teatro, porque vamos con amigos. También está Habaguanex, que viene de la ópera y tiene que cambiar el chip porque la obra que vamos a ver es naturalista. Y Ani, acompañada siempre de la Galgo, también Aleix y Ugrumov, que llega derrapando con su bici. Y otros. Estamos todos. Incluso ese nico guau, que decía que no le gusta el teatro pero en el fondo sí le gusta. Después del viaje pararemos en alguna tasca madrileña, nos juntaremos con algún profesor, con algún maestro, conversaremos, aprenderemos todos. Cañearemos y tomaremos unas tapas, que el teatro alimenta, ¡pero el arroz también!

Fabricio Barreiro

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