domingo, 25 de marzo de 2012

Manifiesto antiguo para un teatro nuevo. Día Internacional del Teatro, 2012.



El Teatro. El Mundillo del Teatro. Los teatreros. La farándula. Etcétera. Etcétera. Y llegan los cómicos, cargados de bártulos para actuar en provincias, y dicen que quieren tener un día, ¡un día! Descargan su roñosa furgoneta en la plaza del pueblo, ocupan con sus armatostes todos los bancos y braman: ¡El Día Internacional del Teatro! ¡Larga vida al Teatro! ¡Teatro, Teatro, Teatro! ¡Abrase visto!, igualito que si fuesen veteranos de guerra, ¿no les dará vergüenza? Después de esto, bien puedo caerme muerto, pues no hay ninguna cosa -por increíble que parezca- que me quede por ver. Y empiezan a poner tablones, sacan una tela roja y yo me pregunto: ¿no será mejor que venga un baile?, una verbena de esas de por la noche para agarrarse a las chavalitas y no esta panda de desarrapados. Incluso han traído un perro que merodea por aquí. Se me acerca uno y me pregunta que dónde hay un bar: en casa de la Remedios, pero no es para forasteros. Así que mejor me voy, por no aguantarlos, y ya esta noche regreso con un kilo de tomates bien maduros que se están pudriendo en el huerto.

-      ¡Paca! ¡Paca! Vamos a la plaza, ¡qué han venido los titiriteros!
-    Pero… ¿este año los vas a querer ir a ver? Mira que yo no quiero que me dejes en ridículo delante de la vecindad.
-    Que sí, mujer, que este año me voy a acercar; que se han pasado la tarde montando un estaribel que tiene hasta luces. Como cuando viene la feria.
-      ¿A dónde vas con ese canasto?
-      Un presente que les llevo, mujer. Venga. Tira. Que llegamos tarde.

Se ha reunido todo el pueblo. No entra ni el zumbido de una mosca. ¡Menuda convocatoria!, y la mujer me dice que me calle, que no la dejo escuchar. Ahora va y sale uno con una flauta ni sabrá… oye… oye que no lo hace nada mal. Y viene otro y… ¡ay!, qué historia más bonita, qué risa, qué personaje. Pues no parece que todo esto es igualito a lo que me pasa a mí. ¡Bravo! ¡Bravo!
-     
       ¡Qué bonito es el Teatro, Paca! ¡Qué bonito!
-      Pues yo te lo había dicho.

No uno. No uno, Paca. Sino todos los días. De pueblo en pueblo, trabajando, haciendo de reír. Estos si saben poner a la gente a gusto, aunque sea por una hora. Todos los vecinos juntos, atentos a todo eso que pasa allá arriba. Mejor que los veteranos de guerra. Y han venido hasta con un perro. ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Qué bonito esto del Teatro, Paca! ¡Qué bonito!


Irene Ochoa

No hay comentarios: