miércoles, 16 de febrero de 2011

¡Y digo yo Sr Larra…a ver qué pasa!

D.Mariano: con cierta ironía amarga anuncia “cuasi” tan cercanamente a nuestro tiempo, como el reino de los hechos llega ya a su meta final para que las palabras tomen protagonismo, el reino de palabras que debieran estar atadas, pero que pululan libres.
También aquí y ahora en vez de comernos al “lobo”, como le llama usted supongo que para referirse a los “enanos” que gobiernan, nos comemos los unos a los otros. En este sentido seguimos haciendo el mismo ridículo que en su tiempo, que no se, si esto tendrá que ver con la prohibición de cazar ciertas especies o con una apatía generalizada.
Tengo la sensación de que esta rebeldía e inconformismo que predicaba vuestro periodo romántico sea ya cadáver en el nuestro. También percibo cierta distancia entre las gentes, quizá más aún entre los españoles, que a veces me recuerdan a bebes asustados ante la nueva babel migratoria  y no menos incómodo a los extranjeros, asustados ante los bebes autóctonos.
Motivos  para asustarse hay varios Sr.Larra y no precisamente son los extranjeros el motivo. Nuestros políticos se muestran seriamente ridículos en sus mítines, se critican sin ningún sentido del humor, supongo que esto último forma parte de un serio protocolo, pero vamos… que estamos falto de esa sátira suya… incluso dentro del gobierno. Qué todo se torna enrarecido y algo aburrido y nosotros… también ridículos ciudadanos que esperamos a ver qué pasa… con este tópico país soleado, de toros y de fiestas. Bueno…así así, todo anda en el aire. Además… el aire está contaminado.
En Francia, fíjese ese lugar dónde tanto se luchó por la educación, y donde usted mismo pudo estudiar, cada año desaparecen cientos de profesores de la educación pública “el enano “que gobierna y que se pone tacón para estar al nivel de su novia -- que no vea usted que nivalazo de mujer-- dice hacer lo posible por este país… como el resto de Europa Sr. Larra porque ya somos europeos. Estamos ante una invasión de la privacidad, de cámaras que velan por nuestra seguridad, como diría mi abuela si viviese. No se puede fumar en los bares , restaurantes ni sitios públicos. Ahora los aviones se estrellan sobre los edificios, es otra forma simple de manifestarse. Dicen que de un grupo de terroristas islámicos, --aunque mi amiga dice que ni son aviones ni son islamistas -- ¿qué son? –Pregunto yo absurdamente asombrada-- Otras entes –exclama mi amiga--que nos hacen creer lo que ellos quieren que creamos. ¿Enanos? –le vuelvo a preguntar más  despierta ya mi curiosidad—enanos con mucho poder—responde mi amiga--y ahí andamos… a ver qué pasa.
Los jóvenes aunque quizá algo más preparados de lo que estaban en su siglo, han decidido vivir el presente—creo que como todos los jóvenes del mundo y de todos los tiempos-- los de mediana edad se preguntan que panorama van a ceder a los hijos… Y los ancianos, que son los únicos que tienen derecho de preguntarse… a ver qué pasa ahora , se mantienen como últimos testigos de aquellos caminos descalzos pero llenos de esperanza que además… ya se nos mueren. Por cierto en medio de un espectáculo del mundo “cuasi” desolador, como si no hubiesen tenido bastante.
 Ahora con los nuevos medios de comunicación todos dicen tener muchos amigos lo que equivale a decir que no tienen ninguno.
Ahora todo el mundo tiene más de una carrera o máster y cada día el nivel de exigencia es más alto, pero lo que de verdad importa nadie lo exige.
 Meditemos señores lo que de verdad importa, meditemos. Detengámonos unos minutos que el tiempo hoy no pasa más rápido que el tiempo de ayer.  
Señor Larra, fíjese como será la apatía de este siglo--a parte de las prisas-- que en Egipto ha habido una revuelta entre los ciudadanos, para expulsar a un “enano” que llevaba treinta años haciendo el ridículo y finalmente la voz del pueblo lo ha conseguido. Tradúzcase esto como un rayo de luz a nuestras sociedades occidentales y dormidas ante los sutiles ataques a nuestra única y exclusiva privacidad.
Y termino con este rayo de luz para desearle una feliz estancia allá donde se encuentre  con el placer de poder saludarle algún día y leerle los artículos dirigidos por un grupo de dramaturgos de mi promoción hacia su persona, a ver qué pasa…
Sin nombrar al culpable de este intento  maravillosamente larriano.
Ani olvido praderas

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