Comentario
De manera epistolar Clarín redacta este artículo, manifiesto en el que vuelca sus pensamientos acerca de los críticos de su época.
Comienza con una metáfora en la sugiere que los críticos son como los siervos ignorantes de Moliere.
Plantea la carencia de conocimientos de los críticos y los pocos escrúpulos de los periódicos al publicarles. Habla de la falta de recursos lingüísticos y culturales de los mismos.
Señala punto por punto los problemas por falta de retórica, excesiva libertad gramatical desconocimiento de estética y erudición clásica. Se refiere directamente a escritores de su época con gran ironía y arrojo.
A continuación diserta sobre Oriente, China, Grecia y Roma como lugares que suenan y de los que se dicen cosas obvias aunque no se profundice en su literatura y cultura general. Acusa a los críticos de saber cuatro cosas básicas y hacer uso de ellas siempre, como un simple comodín. De no argumentar las críticas con criterio sino con sorpresa vana y análisis simple sobre los términos técnicos.
Tal y como lo hacia Larra en su entrevista de Fígaro con una aspirante a actriz, Clarín ironiza sobre el oficio del crítico completamente desvirtuado por la ignorancia y la ligereza de sus conceptos.
Sobre el final del artículo se nombra así mismo tan crítico como puede serlo cualquier otro que tenga mala leche. Habla en primera persona. Da su propia definición de criticar. “Criticar es murmurar.” Traslada estas afirmaciones sobre la crítica a la creencia del público y de los colegas. Dibuja un mundo de sombras y envidias alrededor de esta profesión donde todo es mala voluntad. Critica fuertemente y desde dentro dando una visión atroz del mundo literario de su época. Para cerrar, abre la puerta a la escritura de un futuro artículo.
Rosalía Martínez
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