sábado, 4 de febrero de 2012

CLARÍN. "Mar sin orillas"( Echegaray)










Teorización y tesis.

La extensa crítica de Clarín, en sus tres primeros párrafos sitúa al lector ante el panorama teatral del siglo XIX y su devenir desde el Siglo de Oro. Apunta las divergencias entre propuestas clásicas y románticas además de las influencias de dramaturgias extranjeras. Incluye al público en estas apreciaciones y señala el carácter político de sus componentes. Contextualiza.
En los tres siguientes párrafos critica a los críticos por no ser ni rigurosos ni consecuentes con la obra de Echegaray. Para él, este dramaturgo es un fenómeno teatral que merece detenido estudio, por lo menos.
En los siguientes fragmentos Clarín subraya la importancia del teatro de Echegaray en contraposición a las propuestas simoniacas y mojigatas. Lo enclava en su época y lo revaloriza por pertenecer a ese contexto de poco teatro intresante.



Análisis del espectáculo. Estructura.


A continuación ocupa más de una página en adentrarse en el análisis exhaustivo de la estructura formal de la obra, su lenguaje y su unidad. Destaca la incoherencia de las ligeras apreciaciones de los demás críticos a este respecto, evidencia sus contradicciones y las cuestiona con argumento firme.
Detalladamente, el crítico ocupa más de cinco páginas en contar el argumento completo de los tres actos de la obra, insertando pequeños comentarios subjetivos.
A continuación desarrolla el análisis punto por punto, señalando los aspectos positivos de la obra sin ocultar con la misma severidad sus partes débiles. Se adentra en materia escénica hablando ya no solo del texto si no de su puesta en escena y en el desempeño de sus ejecutores.



Reflexión personal.


Su análisis le lleva a reflexionar sobre los factores que hacen buena a una obra. ¿Qué es lo fundamental? Coincide con Hegel en que el “caracter” es la respuesta y argumenta por qué Echegaray consigue retratar un caracter completo que constituye la esencia de lo dramático. Argumenta esta esta tesis citando autores de renombre y manifiesta su ideal de teatro basado en la verosimilitud, entre otras cosas.
Finalmente aplaude y apoya el intento de Echegaray que aunque no perfecto tiene para él el valor de ser un teatro de nuevas formas, un teatro renovador. Rompe una vara por el autor definiéndolo como “genio” de una época cuyo nombre perdurará en la posteridad.
La crítica es rigurosa en cuanto al análisis y al conocimiento de la materia. Su estilo es severo y la comparación con otros críticos, siempre peores, le sirve para ahondar en sus propias razones y ponerse por encima, pero con rectos argumentos.

Rosalía Martínez

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