miércoles, 27 de abril de 2011



La poesía de Goethe hecha música en el Werther de Massenet del Teatro Real de Madrid

por Habaguanex

Werther de Jules Massenet. Dirección musical, Emmanuel Villaume. Dirección de escena, Willy Decker. Escenografía y figurines, Joachim Klein. Reparto: Werther, Giuseppe Filianoti. Albert, Ángel Ódena. El burgomaestre, Jean-Philippe Lafont. Schmidt, Francisco Vas. Jochann Miguel Sola. Charlotte, Sonia Ganassi. Sophie, Auxiliadora Toledano. Käthchen Maite Maruri. Teatro Real de Madrid 30-03-2011


Si nos adentramos en el mundo musical y dramatúrgico de la ópera intentando seleccionar el personaje más representativo del Romanticismo, sin lugar a dudas coincidiríamos en que se trata del Werther del compositor francés Jules Massenet.
La obra literaria fuente de inspiración de los libretistas Edouard Blau, Paul Milliet y Georges Hartmann, fue la novela “Los sufrimientos del joven Werther” del gran poeta germano Johann Wolfgang Von Goethe. La misma provocó tal revuelo en su época, que los jóvenes imitaban del héroe; su vocabulario, su vestuario y hasta su decisión final de arrebatarse la vida. La versión musical fue concebida en dos concepciones, la alemana estrenada en la ópera de Viena en 1892 y la francesa en la Ópera Cómica de París el 16 de Enero de 1893. El transcurso de seis años fueron necesarios para que el público español acompañara al joven poeta en sus avatares amorosos. Fue esa vez en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona en 1899.
El músico autor de títulos como El Cid, Manon y Don Quijote ejercería con su música gran influencia en los compositores italianos más célebres e importantes. El leit motiv creado por Wagner fue utilizado por él pero aportándole una ligereza francesa. En Werther es aplicado con breves acordes de la famosa aria que reserva para el tercer acto como símbolo de la dicotomía entre el amor y el dolor.
El teatro Real de Madrid y su dirección, conscientes de la vigencia y la popularidad de ésta partitura, nos presenta una nueva producción procedente de la ópera de Fráncfort, donde todos los recursos y elementos necesarios para trasmitir musical y dramatúrgicamente el poderoso y hondo mensaje de la obra más emblemática de Masenet se han dado cita.
La orquesta titular del Teatro Real de Madrid compuesta por ochenta profesores fue acertadamente conducida por el director musical Enmanuel Villaume. Éste ejerce además como titular de la orquesta filarmónica de Eslovenia y de la Filarmónica eslovaca en Bratislava. Juntos nos hicieron transitar por un pentagrama verdaderamente inmortal.
Su experiencia y maestría no solo en la conducción orquestal, sino en el dominio estilístico y musical de Masenet, quedó patente con un control absoluto de la partitura y del empaste instrumental. De gran efecto sin duda se nos presentó con una batuta de sólido apoyo dramático a los cantantes a través de un acompañamiento impecable. La dinámica de fortes y pianísimos logrados en los momentos de mayor entrega fueron realmente encomiables.
El bagaje en las experiencias de producciones operísticas del director de escena alemán Willy Decker, permitió una puesta en escena dinámica y profunda, donde las incongruencias entre argumento y escenificación fueron sorteadas de manera convincente. Obtuvo un lenguaje escénico de gran contemporaneidad haciendo asimilable desde la perspectiva teatral del siglo XXI una obra que supera los dos siglos. Menos acertado estuvo Decker colocando en puntos demasiados cercanos a los límites laterales de la escenografía de caja alemana concebida para esta propuesta, escenas donde la vista del espectador se hace inaccesible incluso desde las localidades consideradas de buena visibilidad.
El escenógrafo alemán Wolfgang Gussmann eligió un decorado único transformable en varios espacios. Visualmente consigue transmitir el mundo onírico y la inconmensurabilidad de las pasiones acordes a la psicología de los personajes. Un mundo de belleza surrealista acompañará al héroe durante toda la obra, aunque en ocasiones resultara demasiado reiterativa y monótona. La simplificación espacial respecto a la variedad de locaciones que describe la historia, es la razón del desacierto.
Los personajes protagónicos como Charlotte, asumida por la mezzosoprano lírica de origen italiano Sonia Ganassien mostró con convicción su debate interno en lo referente a cumplir la voluntad materna aceptando a Albert y a la atracción incontrolable de abrir su corazón al tierno y atormentado Werther. Si bien en el primero y segundo acto su intervención se caracterizó por la discreción, con una emisión contenida de su voz, en los tercero y cuarto actos se reveló con una entrega tanto vocal como interpretativa que logró cautivar al auditorio.
La española Auxiliadora Toledano en el papel de Sophie hermana de Charlotte, demostró grandes dotes interpretativas. Su timbre de soprano lírica es rico y sonoro, con un squillo (Brillo) que logró traspasar la sonoridad orquestal. Nos regaló grandes momentos de credibilidad e inocencia, propios de la jovencísima enamorada que no es correspondida por el poeta al preferir a su hermana.
El barítono Ángel Ódena asume el rol de Albert, prometido y luego esposo de Charlotte. Su interpretación fue convincente y su hermosa voz de armónicos bronceados apoyó la nobleza y carácter comprensible del personaje.
Otro momento de acierto fue la intervención del conjunto coral Pequeños Cantores. Niños que asumieron con total naturalidad lo imponente del gran escenario. En sus intervenciones como los hermanos pequeños de Charlotte y Sophie, hicieron gala de su afinación, absoluto empaste vocal y profesionalidad. Mérito indiscutible de la dirección coral a cargo de Andrés Máspero.
Le Bailli el viudo y padre de Charlotte y Sophie, es encarnado por el bajo Jean-Philipe Lafont. Su concepción sobria fue complementada con una voz contundente, pudo fácilmente abordar las exigencias vocales del personaje.
Los secundarios Käthchen, niñera, Schmidt y Jochann compañeros de taberna de burgomaestre, bajo y barítono respectivamente, fueron piezas de apoyo convincentes en el plano vocal, musical e interpretativo.
Respecto al personaje principal, el amante y apasionado Werther, alter ego de su creador. Sería muy acertado imaginar que Goethe se sentiría plenamente identificado con el tenor calabrés Giuseppe Filianoti.
El cantante rozó la perfección frente a la partitura actoral y musical. La impresionante belleza de su voz, unida a una capacidad de actuación poco habitual en el género, fueron los ingredientes perfectos para disfrutar de un Werther excepcional. Sus agudos generosos de timbre aterciopelado, el fraseo, legatto y musicalidad, se pusieron de manifiesto durante los cuatro actos de la ópera. La temible tesitura compuesta por pasajes que llegan incluso al do sobreagudo, no impidieron que los dúos, escenas de conjunto y el famosísimo aria Pourquoi me réveiller con sus dos arriesgados Si bemoles perdieran un ápice de brillo y sublimidad. El llamado Tristán francés por el paralelismo que tiene en el sentido dificultoso de su ejecución con el personaje de la ópera de Wagner, encontró en Filianoti un auténtico exponente.
Sin lugar a dudas la propuesta del Teatro Real de Madrid al decidir recrear la historia del héroe por excelencia de la literatura romántica, es un auténtico regalo para los amantes del arte lírico.

Habaguanex

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