Son las 03:00 a.m y no consigo conciliar el sueño. En este preciso instante me viene a la cabeza una mirada, una mirada enigmática, prácticamente inmortal. La mirada de una mujer de 79 años que usaba twitter para reflexionar sobre su vida, una de esas vidas que son inconmensurables. Hoy su estela cruza el universo como un meteorito que ha perdido su órbita. Su espíritu vaga junto a otros seres galácticos que un día pisaron la tierra y que, como ella, nos hicieron palidecer. Elizabeth Taylor poseía unos ojos tan azules, que puestos a soñar, lloraron diamantes. Una vida de vértigo entre focos, alfombras rojas, fiestas o diversas causas humanitarias. ¡Prevenidos, cámara, acción! Grandes amistades y grandes desengaños, esos ojos por cuantos hombres no habrán llorado, ¿o habrá sido al contrario? Esos ojos que, según los más mitómanos, tenían un tono violáceo, según los especialistas, esto es imposible. En la vida de una gran estrella de hollywood nada es imposible, sobre todo si eres una de las supervivientes del star system más dorado. Ese que pasaba las veladas en el Sunset Tower Hotel de fiesta en fiesta o de cama en cama.
No resulta extraño que una mujer de 79 años haya posado sus preciosos ojos en la red social del microblogging, el “tuiteo” o literalmente el “picoteo”. Bajo el nombre de DameElizabeth compartía con sus seguidores esos pensamientos que sobrevolaban su cabeza durante esas largas esperas entre una operación y otra. De quirófano en quirófano. Twitter se convirtió en el espejo de su sufrimiento. El sufrimiento en menos de 140 caracteres. Decido ir tras las huellas de Liz Taylor en twitter. Primer paso: crearme un perfil. Me adentro en la red social bajo el nombre de Zigmat. Segundo paso: convertirme en seguidor de ese monstruo de la pantalla. ¿Cuál es mi sorpresa?. Una mujer serena que ama los pequeños detalles de la vida. Un ejemplo, uno de sus tweets pertenecientes al pasado año, habla de lo maravilloso que es ver crecer las orquídeas en su jardín. La sencillez y la vida sosegada llamaron a su puerta tras varios fracasos matrimoniales, algún que otro coqueteo con alguna sustancia no del todo legal y una carrera coronada por la Academia de Cine en dos ocasiones.
Un día, Liz Taylor decidió compartir con el mundo todo aquello que la emocionaba, todo aquello que la atormentaba o simplemente aquello por lo que lloraba. 140 caracteres no son suficientes para recordar la vida de una mujer transformada en icono. Suspendida en el tiempo por los siglos de los siglos. Twitter perecerá. Ella vive eternamente en cada uno de nosotros. O por lo menos así lo siente un servidor. No tengan en cuentan las cursilerías, son de las que aparecen a las tres de la madrugada.
ZIGMAT
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