La avería, de Friedrich Dürrenmatt. Versión teatral de Fernando Sansegundo. Dirección: Blanca Portillo. Ayudante de dirección: Carlos Martínez-Abarca. Espacio escénico: Andrea D’Orico. Iluminación: Pedro Yagüe. Vestuario: Elisa Sanz.. Música original: Pablo Salinas. Creación sonora: Mariano García. Movimiento: Mar Navarro. Caracterización: Javier Hernández. Maquillaje y peluquería: Elena Cuevas. Intérpretes: Daniel Grao, Emma Suárez, Fernando Soto, José Luis García Pérez, Asier Etxeandia, Jose Luis Torrijo. Matadero, Naves del Español. Del 17 de marzo al 24 de abril.
La avería, montaje dirigido por Blanca Portillo, con versión teatral de Fernando Sansegundo a partir del relato corto de Friedrich Dürrenmatt, escritor suizo cuya obra teatral más célebre es La visita de la anciana dama.
La propuesta conjuga inteligentemente elementos que gustan a los entendidos del teatro con otros que gustan a los profanos. Y no se queda ahí. La crítica cae de forma implacable sobre el espíritu desenfadado del emprendedor optimista y luchador, la ambición individual como motor en este mundo lleno de oportunidades para el hombre psicopáticamente trabajador. Los espectadores no son avisados antes de tiempo de que al final se les hará pensar sobre sí mismos y su propio mundo. Se va a poner encima de la mesa una profunda reflexión teórica sobre el mundo contemporáneo, pero desarrollada sutilmente, alzada desde el subtexto en dirección a la cara del público, a través de un personaje acorralado por unos ancianos aparentemente inofensivos, hasta interpelar directamente a los espectadores con los enérgicos discursos de un fiscal y de un abogado defensor jubilados de la Ley, pero no de la justicia. Todo esto después de acontecimientos y bailes entretenidos, sugestivamente disparatados a veces, y siempre muy bien ejecutados.
Todo comienza con una llegada y una misteriosa atmósfera que se va enrareciendo gradualmente, con una escenografía realista, el interior de una vieja casa habitada por los extraños ancianos que esperan, ante una inmensa estantería llena de libros, practicable por puerta y escaleras, que sin alejarse del realismo genera a la vez una sensación de aislamiento y de marioneta, como si fuera una casa de juguete en medio de la nada.
Es la historia de un viajero, Alfredo Traps, Gerente comercial de una empresa de textiles, que sufre la avería de su flamante Studebaker, a la vez avería simbólica de su existir inconsciente, directo a sus sueños, derribando obstáculos humanos como objetos. Los diálogos y las expresiones han sido inteligentemente construidas por Sansegundo, con gran sentido del humor, del ritmo, y con algunas referencias literarias que siempre hacen ruborizarse al estudioso. Como dice uno de los ancianos: antes las personas no podían evitar dejar su futuro en manos de los dioses, del destino, o de las hadas. Ahora está en manos de las máquinas que utilizamos a todas horas y de los mecánicos que pueden arreglarlas.
Los intérpretes han realizado un trabajo gestual y vocal impresionante, destaca Asier Etxeandia en el papel del fiscal Zorn con una presencia en escena contundente y convincente, sin quedarse atrás los demás miembros del elenco, con José Luis García-Pérez en el más convencional papel de Traps, Daniel Grao, Emma Suárez, Fernando Soto y José Luis Torrijo en los del Juez, la anciana ama de llaves, el defensor Piler y el “tabernero” Kummer. Unos actores jóvenes se han metido en la piel de ancianos y han conseguido convencer e incluso divertir con la evolución mágica de sus personajes, sus contorsiones y gestos. Es una labor dura pero seguramente divertida y gratificante para el actor. Y eso se nota desde las butacas. Por su puesto hay que señalar el mérito de las coreografías y el movimiento, cuidado hasta el detalle. En definitiva, una apuesta ambiciosa, con una exigencia actoral tremenda, que ha resultado un éxito merecido.
Fabricio Barreiro
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