La lengua nos hace prisioneros de una cárcel de palabras. Dobles sentidos, malas interpretaciones o el tan traído “No, lo que yo quería decir era …” Nada. Palabras, palabras y más palabras. Ahora mismo me faltan las palabras. No obstante seguiré escribiendo para comunicar. Algunas veces la comunicación se vislumbra como una entelequia, algo inalcanzable, algo por lo que luchar con uñas y dientes. Con lengua y con palabras. Palabras que articulan mi pensamiento entorno a una idea. En este momento me doy cuenta de cuanto necesito esa cárcel de palabras para poder expresar todo aquello que deseo compartir. ¿Cómo lo hago?. Con Palabras. El alguacil vuelve a cerrar la celda. Vuelvo a caer en la tentación de hablar. Palabras que arden en mi boca y piden escapar. En cualquier instante saldrán disparadas como un misil tomahawk. No suenan los tambores de guerra, aún queda algo de esperanza. La verborrea, de momento, no es un trastorno psicológico. Tiempo al tiempo y palabras a las palabras.
ZIGMAT
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