jueves, 28 de abril de 2011

Buscando género


El género. Vaya palabra más ambigua, polisémica si me apuran. El género que busco no está entre las piernas. El género que busco no se encuentra en las páginas de información general o mucho menos responden a la tradición dramática. La tradición, esa que cae sobre mis hombros como si fuera una gran losa. A menos de un centímetro del suelo también se puede respirar. Comienzo una particular exploración en busca del nombre, la categoría, el concepto más adecuado para denominar lo que viví la pasada tarde del 27 de Abril.

Recibo la llamada de un amigo. Hace como una semana que no nos veíamos. Entre risas y cotilleos se deja caer la posibilidad de asistir a la exposición de la artista portuguesa Juliâo Sarmento. La obra estrella de esta exposición se llama “Cometa”. En la azotea de La Casa Encendida, un lugar donde observar el atardecer se convierte en toda una experiencia, había un pequeño cubículo en tonos beiges custodiado por un guardia de seguridad. Preguntamos al hombre en cuestión si podíamos pasar dentro.

Primera advertencia. Tenéis que pasar de uno en uno, dice el guardia de seguridad. Seguidamente señala unos bancos situados en frente del cubículo. Yo decido sentarme y ser todo un caballero permitiendo que mi amigo pase el primero. La puerta se cierra y al cabo de un rato comienzo a escuchar una música a medio camino entre la bossa nova y el latin jazz. Después de cinco minutos se abre de nuevo la puerta y mi amigo sale. Su cara era un poema. A penas podía mediar palabra. Desgraciadamente yo ya me había leído el programa de la exposición. Mi amigo comparte sus primeras impresiones (todas ellas fundamentadas en la emoción más pura y no en un análisis academicista. Como si en el arte hubiese una fórmula científica que diera con la excelencia, la esencia de la obra maestra) y ante tal derroche de sentimiento decido entrar.

El guardia de seguridad da dos golpes en la puerta. Realiza un gesto con la cabeza para indicarme que ya puedo entrar. Ya no estaba en Madrid. Una habitación de un verde encendido que quema las retinas. Un reproductor de música. Un aparato de aire acondicionado. Un hombre y una mujer sentados sobre dos simples sillas marrones. El tiempo se detuvo y yo me quedo pegado a la pared. La mujer se levanta, enciende el reproductor de música y comienza a bailar. Se acerca a mi sigilosamente. No puedo dejar de mirarla. Me siento invadido por la sensualidad de sus movimientos y por la dulzura de su mirada. Sin darme cuenta esta a menos de 50 cm de mi cara. ¿Qué hará? ¿Quién es el voyeur? ¿Quién es el que está observando? ¿Quién está verdaderamente expuesto? Indefenso. Mi kinosfera es invadida por el calor. La presión sanguínea  va en aumento y para colmo, el hombre se pone en pie. Él se acerca a Ella. Ella cierra los ojos. Ambos bailan. Ambos bailan tan cerca de mi que me siento incómodo. Me muerdo las uñas. Humedezco mis labios. Me rasco un hombro. Miro al suelo. Veo un pie desnudo. Observo un muslo fornido, musculado, masculino en definitiva. El género es lo de menos. El género está sobrevalorado. ¿Esto es una columna? ¿Una reseña a posteriori? ¡Yo que sé!. Hombre y mujer están cada vez más cerca. Mi incomodidad va en un aumento. Ellos hacen como si yo no estuviera y dan rienda suelta a un juego donde él y ella se convierten en uno. Ella se acerca al reproductor de música. Lo apaga y se sienta. Él también se sienta como si nada hubiera pasado.

Yo salgo por la puerta intentando buscar una mirada amable. Han invadido mi trinchera y ha sido maravilloso. Los límites, la intimidad, lo público y lo privado se conjugan en una danza donde no existen barreras. Yo quería hacer una crítica, yo quería escribir sobre esto que han llamado performance continúa (encuentro insuficientes ambas palabras para designar lo que sucede en lo alto de Ronda de Valencia nº 2) pero no sabía como. Estas serán las últimas frases y palabras de una... ¿columna? En tu manos queda encontrar el género. En tus manos está encontrar la denominación adecuada para una tarde producto de lo inesperado.

ZIGMAT

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