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Fragmentos introducción:
"Las empresas periodísticas finiseculares tenían dos opciones de contratación: ofrecían a los trabajadores firmar sus colaboraciones y no percibir ningún ingreso, porque ya la firma era suficiente pago, o hacer trabajo de reportero y obtener un sueldo miserable. Cansinos sólo tuvo a su alcance la segunda opción, única posibilidad de salir de la vorágine bohemia en la que estaba entrando en ese periodo juvenil de su vida. Lo más habitual es que este tipo de escritor-periodista novel se adocenase en la mesas de redacción y abandonase tarde o temprano el sueño literario. Pero no ocurrió con Cansinos, que reivindicó siempre su condición de poeta frente a la de periodista, simple medio de subsistencia para él, y que se convertiría en uno de los escritores más fecundos del periodo (...) La huelga de los poetas deja constancia del final de la relación de Cansinos con el periodismo, entonces como hoy arma de manipulación en manos de los poderosos, y muchas pistas de los motivos de su paulatino apartamiento de las tertulias y de la actividad literaria pública, de la que esperó un reconocimiento que nunca acababa de llegarle, cuando «debería
pesar algo más en la balanza del destino». Falleció en 1964, pero ya en 1918 había publicado su testamento literario, El divino fracaso, que Jorge Luis Borges resumió en 1925 como «la perfecta confesión de todo escritor» . Muchos años después, un Borges ya en la cumbre de su fama, dijo que «Cansinos comprendió que el fracaso es más rico que el éxito». Y, sin embargo, ahora parece que le ha llegado el momento de tener también su página en la Historia, con mayúscula, de la Literatura Española, después de muchísimos años en «ese paraíso encantado de los poetas muertos"
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