sábado, 3 de marzo de 2012

RAFAEL CANSINOS ASSENS. Crítico militante

-pincha en la imagen para acceder al artículo de J. M. Martínez Cachero: Rafael Cansinos-Assens, crítico militante-


Fragmentos: 


"No fue Cansinos universitario (ni siquiera acabó el bachillerato), pero nunca se produjo a lo bohemio ignorante que se paga de su nulo saber;  «la bohemia -escribiría- es un estado aventurero y precario, propio para los falsos artistas que sólo aspiran a los júbilos materiales del triunfo. Pero el joven que tenga una seria intención, emancipada de la premura del tiempo, ignorante de lo que es triunfar, únicamente ávida de cumplirse aunque sea en el secreto, debe cimentar su porvenir sobre la ancha base de un trabajo honesto». Como gran trabajador, trabajador honesto y a su aire, se nos presenta Cansinos Assens."

"Pertenece Cansinos a la promoción de críticos literarios que sigue cronológicamente a la de «Clarín», Valera y doña Emilia Pardo Bazán; algunos de sus coetáneos compañeros de «sacerdocio» se llaman: Eduardo Gómez de Baquero, Andrés González Blanco, Julio Casares, Enrique Díez-Canedo, José Francés o el venezolano Rufino Blanco Fombona"

"Quedan así enfrentadas dos modalidades a la sazón existentes: la nueva y la vieja crítica, una que abre horizontes y otra que se complace en la seca literalidad de lo escrito. Tal las entiende Cansinos Assens, adherido fervorosamente a la primera de ellas, practicante de «la crítica literaria en la amplitud a que la han elevado los nuevos críticos modernistas, como criticismo más bien que como crítica, en el sentido de fructuosas peregrinaciones al través de los libros», y resuelto enemigo de la segunda, por entonces personificada en Julio Casares, en su escandalizadora Crítica profana -1916-: «Cuando la crítica se ha hecho interpretativa y lírica y rebuscadora de bellezas, viene Casares a resucitar el antiguo espíritu de negra intransigencia, el sectarismo gramatical de aquella antigua crítica que era una suerte de Santo Oficio para los escritores que, al crear belleza o pensamiento, tropezaban en la piedra de estorbo de la palabra. Nada más fácil que ejercer esa crítica de gerundios y galicismos».
     Indudablemente el Modernismo estimulaba la práctica de una crítica subjetivísima, basada en personales e instantáneas impresiones del crítico-lector para cuya formulación brindaba una cierta abundancia de expresiones y vocablos hasta la fecha no usados en ese menester. Había, desde luego, el riesgo de la vaguedad palabrera, el peligro de la digresión lírica lejos y fuera del volumen materia de comentario. Poco más tarde, Casares se defendería atacando del siguiente modo: «Al reclamar objetividad en la crítica, quiero decir que no me satisfacen esos lirismos floreados, esas fosforescencias subjetivas, esas vacías sonoridades verbales, cercanas muchas veces (dicho sea con perdón) al camelo vulgar, que obran como vapor de cloroformo sobre la inteligencia de los lectores y que, a beneficio de su vaguedad cautelosa, son aplicables a todos los libros y no son aplicables a ninguno. Prefiero la impugnación franca y concreta, que revela estudio de la obra y aprecio de autor, al más selecto ramillete de generalidades laudatorias»."

"Habida cuenta de la modalidad a que Cansinos se acoge teórica y prácticamente no debe extrañar su entendimiento del crítico como «un creador que discierne» como «un lírico que expresa sus emociones íntimas» (…) operando sobre la obra ajena, «extrae [de ella] una belleza nueva [...], alargando la línea de las intenciones, abriendo los cálices que el poeta de torpe vuelo [...] dejó cerrados, expresando en una voz franca lo que en la obra son infantiles balbuceos, confiriendo, en fin, a la creación artística su plena pubertad».No resulta, por tanto, la crítica un quehacer secundario, ni quien la ejerce es un peón de segunda fila en la república de las letras.
¿Qué normas presidirán la actuación de la persona voluntariamente metida a crítico? Aparte de las consabidas de afición, documentación y sensibilidad, Cansinos Assens enuncia las siguientes: «Debe hacer su examen de conciencia ante la belleza universal [...], insensible al elogio y a la censura, él, que censura y elogia. Debe revestirse de una incontaminada inviolabilidad [...]. Debe asumir la serenidad de los cánones [...]. Debe estar lejos de todos (…) temeroso de ser tachado de arbitrario e injusto, temeroso de ser ciego para la más pobre belleza, (…) conciliar su criterio absoluto con las realidades relativas, torturado como el poeta que busca la más difícil rima y no quiere defraudar su inspiración». (…) De todas las amarguras que puede sufrir un crítico, la más grande es este temor a no ser comprensivo; y de todos los reproches que puedan hacérsele, el más terrible es éste de no haber comprendido una obra de arte [...]. No haber comprendido una intención artística, no haber sido más perspicaz y fino."

"(…) ha recibido el libro titulado Los problemas de España, obra de don Javier Gómez de la Serna, y consciente de su obligación de crítico se justifica por anticipado declarando: «¿Qué podría decir yo de un libro grave y profundo como éste, sereno espejo para las ideas; yo, que sólo amo las formas bellas y engañosas? Por un esteticismo consciente y definitivo, ha ya tiempo que encontré la fórmula de mi antiintelectualismo y limité mi contemplación al aspecto bello y formal de las cosas. En un libro, como en un discurso, me interesa su aspecto literario, ornamental y extático. ¡Salve a la belleza serena y plácida, sin ideas, que fluye tan serenamente hacia el olvido, seguida de un cortejo de veladas imágenes!»."

"(...) [refiriéndose a la crítica de Cansinos] empleo de términos insólitos en el ámbito de la crítica; lo que se ganaba, a veces, en color y alegría era muy posible se perdiera, porque el procedimiento engendra viciosa hojarasca, en justeza y precisión [ver crítica a Unamuno] (...)
Párrafos largos, sin apenas punto y aparte, con andadura oratoria; y, también, divagaciones cuya relación con el tema entonces tratado resulta escasísima por no decir nula. A veces, ocupándose de novelas y novelistas, Cansinos Asséns «argumentiza» demasiado, quiero decir: alarga con manifiesto exceso la referencia al asunto de su obra, lo que casi nunca es necesario para un más cabal entendimiento de ella.Gusta nuestro crítico de relacionar entre sí autores contemporáneos, ya buscándoles parecidos de matiz, ya haciéndoles convivir en una misma tendencia o escuela; en la serie La nueva literatura quedan testimonios fehacientes de esta costumbre que exige a quien la practica fina percepción y no pequeño conocimiento, y pide a su lector requisitos por el estilo: «El crítico, como el poeta, procede por analogías, y el nombre de un escritor evocado a propósito de otro suele ser en sus labios una metáfora, como la del poeta que compara el cielo con el mar [...]. Por lo demás, hay también parangones impuestos por la época»."

"(…) un crítico que fue, ante todo, un literato pleno si por literato debemos entender el que vive la literatura. Merecía ser examinado en sus caídas y en sus excelencias; merece que se le tenga en cuenta a la hora de estudiar la crítica inmediata posterior a «Clarín»; no merece, desde luego, el olvido en que su nombre yace."




No hay comentarios: