jueves, 27 de enero de 2011

Cambio de propósito. Versión de "Mi nombre y mis propósitos" de Larra



La otra noche la pasé viendo ese nuevo Reality Show en TV. Por su puesto, tenía que escribir un artículo y una antecrítica. Sin embargo -y estarán todos de acuerdo conmigo- que es más importante: ¿El trabajo o el ocio?
Años atrás había elegido está carrera por un deseo incontrolable de hablar y contar esa historia que nunca nadie realizó. Ser un crítico y no dejar que nadie sea conducido por un camino diferente al mío. Era el elegido y eso debía de enseñar. Pero ser un “criticón” al final fue distinto. Ver teatro: mi pasión; disfrutar de las nuevas y viejas historias: todo a la basura. El calor desapareció. Mis trabajos no eran aceptados y las obras que escribía, nadie las levantaba. La luz se apagaba. El agobio y el cansancio pronto me cercaron. Conclusión: no quiero salir de casa.
Según mi madre, estaba caminando por un pésimo sendero y así me lo recordaba por teléfono:
- Hijo, tiene que salir a pasear, ve al teatro, al menos baja al bar y conversa con la gente. No tienes amigos. No puedes vivir así.
- Tengo trabajo.- Respondía con falso entusiasmo y esperando mí despido.
- Pero tampoco tienes novia.
- No empieces, mamá- Pero ella comenzaba, hablaba y hablaba. Yo terminaba en la cocina preparándome un bocadillo, el auricular sobre la almohada y ella, mi pobre madre, habla que habla.
Pero la muy santa, tenía razón. Vivía en un vacío. Ni siquiera las deudas llamaban a mi puerta. No tenía amigos ni pareja. Estaba solo. Sin embargo, no me sentía así. Hace una semana había descubierto un mundo nuevo y fácil: me había comprado un televisor. Desde ahora, mi único y gran trabajo: ejercitar el dedo del mando.
¡Adiós, que descanses en paz, mi buen amigo teatro! Bienvenido, mi gran televisor de plasma.
Con mi nueva televisión LCD, podía saciarme de todo lo que me interesaba. Ver fútbol, comedias y dramas. No necesitaba de ningún espíritu humano. Engordaría y bebería todo el maldito día. Nada nunca llenaría mi vida como tú: Mi bella pantalla de 32 pulgadas.
Pero anoche, viendo ese capitulo del reality, mi vida con su objetivo cambió. Ese chico que no sé cómo se llama y que es el “malo” de la casa-estudio se quedó solo. Solo… al igual que yo. Lo observé vagar por las habitaciones, de fondo sonaba una triste canción. Sus compañeros le negaban la palabra por esa broma que les hizo. Y él deambulaba sin compañía. No se dan cuenta esos subnormales que nosotros somos juguetones y que no le queremos hacer daño a nadie. Al final el chico encontró una cámara y se dirigió a mí en privado:
- Tú me comprendes.- Y estaba muy compungido, pero como un valiente continúo – lo que hice fue una broma. La pimienta no es tan mala para la digestión… toda esa gente son un grupo de histéricos.
El joven le dio un manotazo a la cámara, siguió su camino al patio y encendió un cigarrillo. Yo también encendí el mío.
No necesitamos amigos que nos quieran. Él tenía su cámara y yo mi televisor. El amor comprendido es el que se le da a un objeto. Una lágrima cayó por mi mejilla. Cuando tuve los ojos secos habían aparecido los anuncios. Un buen momento para cambiar de canal. Aquí siempre se puede cambiar, cambiar a un lugar mejor.
La naturaleza se volvió imagen: Discovery Chanel. Mucho mejor que contar ovejas. Pronto me iría a dormir. Una idílica imagen: un ciervo bebiendo agua en un río. Atardecía y sus rayos se reflejaban en el agua. Eso era vida, así quiero la mía. Sin embargo, una bestia apareció escondida entre la belleza. Abrió sus fauces y de una bocanada hizo desaparecer a mi nuevo amigo. Ese cocodrilo me quitó el sueño, pero me dio la respuesta que yo no había solicitado.
Ugrumov- pensé de inmediato- qué haces creando tamaño desfile de estupideces para con tú vida. Deja de lado tú sentido del humor o te quedaras solo. Pero ten cuidado no seas ingenuo, si lo haces esas bestias te comerán.
¡Levántate y anda, Ugrumov!
Por la mañana le revendí el televisor a mi madre. El dinero lo utilice para abonarme al Maria Guerrero. Ahora tengo energías y no tendré recaída No soy un genio, pero si sé trabajar. Ninguno de vosotros puede decir lo contrario. Así que con cuidado, no quiero ver a nadie holgazaneando.

P. Ugrumov

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