En el siguiente artículo vemos como Larra da nacimiento a la figura de Fígaro; a su forma de pensar, sus propósitos y singularidad. En este texto, que se publico el 15 de Enero de 1833, en el vigésimo primer número de La Revista Española, nos encontramos con sus deseos y dudas reflejadas en cómo sería aceptado, si le entenderían y, con ironía, si le agradecerían su intención.
Sobre el teatro, anuncia, que éste será el objetivo principal de su labor. Desea renovarlo y develar sus defectos, pero no tiene la seguridad de si sus habilidades están a la altura del propósito. Con un juego de paradojas relata como un amigo le convence. La idea de decir y no ser oído se transforma en si alguien, que espera escuchar, no tiene quien le hable. Esto le da fuerza para enfrentarse a la labor.
Ahora solo le queda una última traba ¿Cómo llamarse? Su amigo, otra vez, le da la respuesta: Fígaro; un personaje hablador, espinoso y curioso. Fígaro, una idea que se corporiza en él. Ahora no importa si molesta, ahora puede decir lo que en realidad piensa y sacar de quicio a todos los que considera como ignorantes.
Desde este punto, solo le queda dar algunas pinceladas de lo que será su labor de desmenuzar todo lo malo en el teatro y comienza por esos que llama malos actores, tanto nuevos como viejos, sin darle importancia a su jerarquía. Dos historias sirven de ayuda para realzar su pensamiento acerca de la inaceptable labor que se realiza en las representaciones. Las historias son usadas como refuerzo irónico en el texto, tomando estás connotaciones incluso de parábola, que cohesionan perfectamente su estructura final.
El artículo termina con una nueva historia, la del pintor que pacta presentar un cuadro con mil vírgenes y que con ingenio termina diciendo a su pagador, que solamente se ven las que salen de la iglesia, las demás aún están a la espera. El hombre que contrato al pintor decide pagarle solo una parte de lo acordado. El resto se lo dará cuando salgan de la iglesia las restantes vírgenes. Larra, cual pistolero del Lejano Oeste, deja a sus enemigos en el punto de mira lanzando una amenaza sin descaro. Fígaro esperará a los errores, tanto sociales como en el teatro, de la misma forma que el pagador del cuadro aguarda la salida de las vírgenes que le fueron prometidas.
P. Ugrumov
Párrafo
Revista Española, n.º 21, 11 de enero de 1833.
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