Caminaba yo en compañía nórdica sobre un paraje sureño de una Andalucía aún inexplorada por mis pies, con el único objetivo de encontrar deleite allá donde lo desconocido esconde sus hallazgos.
Ya el propio caminar entre las jaras, el tomillo y el romero entre otras especies también desconocidas por causalidades que no vienen a cuento, proporcionaban en mí; ya que lo que le proporcionaba a mi compañía nórdica no era el objetivo de mi exploración, o quizá sí, no lo sé, me proporcionaba como vengo diciendo hace ya rato… una conexión con la tierra tan necesaria, que poco me importaron las unidades aristotélicas.
Inmersa ya de pleno en la naturaleza misma y como parte de un todo, mi alma y mi rostro cambiaron progresivamente hacia una actitud más democrática. ¡Aquí quiero vivir! me dije. Justo aquí. Ni unos metros más atrás; ni unos metros más adelante. Aquí. Claro, este aquí, es el aquí que todos reservamos. Todos tenemos un aquí para los momentos en los no huele a romero o a jara precisamente. ¡Alto! ¡Alto amigo Hans! Sólo le daba el alto, porque estoy tan profundamente embriagada que querría saber, si es una de mis extravagancias, o usted buen amigo, siente algo que le permite transgredir las normas si hubiese que transgredirlas. Pregunto… Pregunto porque estoy excesivamente relajada y eso me permite señor Hans ciertas libertades que de otro modo y dada mi timidez yo sería imposible expresarle ¿Me sigue señor Hans? Le pregunté. Aquí en el sur nos tomamos la confianza de tocar, por ejemplo, y casi nadie se lo toma a mal. Además, querido amigo, te voy a tutear. Ya hemos caminado algunos kilómetros y le conozco suficiente. Por tanto Hans, como veo que no entiendes nada, prosigamos hasta encontrar el lugar adecuado. Sólo quería saber si la falta de comunicación entre dos seres vivos en este entorno, me colmaría de trastorno. Pero no. Me importas tan poco, como las reglas, lo cual no quiere decir que a veces haya que usarlas, pues para eso están.
Bien, entorno más sublime jamás habían inspirado tanto mis sentidos. Aún en presencia de un macho. Tampoco somos aquí muy perfeccionistas. No… No te preocupes. Aquí, no damos las cosas por seguro con tanta facilidad. Se puede decir… que estudiamos de otra forma. Desde luego es como hay que estudiar. El presente Hans, estudiamos el presente. Hoy nada parece tener aspecto de estropearme este momento ¿se puede aspirar a algo mayor? no lo creo. El cantar de las aves, y esta calidez que traspasa el propio cuerpo consciente, o inconsciente, poco importa eso. El silencio más bello y lleno de susurros que haya existido…está aquí, en este preciso instante. ¡Oh! Qué arroyos, Dios. Qué agua…son como bañeras de piedra una tras otra ¡Qué olor! ¡Qué sol! Bajo el agua, como el mismo Adam y Eva, pero sin hojas, sentí caer el agua sobre mi cuerpo. Frente a mí, un árbol y tras él, el sol que quería ofrecerme sus rayos por entre medio de sus hojas… suena un teléfono móvil del pantalón del nórdico. Lo siento me dice el tipo. Más lo siento yo. Te compensaré muy bien dijo él. Francamente no entendí muy bien lo que quiso decir con esa recompensa, y contesté... pero muy bien debías compensarme para superar esta belleza, que ha decaído apenas unos segundos. Era demasiada perfección. Nada es para siempre. Eso es Hans, lo que en el sur tenemos asimilado. Por eso te perdono, eso sí. compénsame nórdicamente, le dije.
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