lunes, 2 de mayo de 2011

La actualidad de Woyzeck


Woyzeck, de George Büchner. Versión: Juan Mayorga, Dirección: Gerardo Vera. Escenografía: Max Glaenzel y Estel Cristià. Vestuario: Alejandro Andújar. Iluminación: Juan Gómez-Cornejo. Música: Luis Delgado Mariano Marín (sobre temas de Béla Bartók). Movimiento escénico y coreografía: Chevi Muraday. Intérpretes: Jon Bermúdez, Críspulo Cabezas, Helena Castañeda, Javier Gutiérrez, Trinidad Iglesias, Andoni Larrabeiti, Mariano Marín, Markos Marín, Chani Martín, Jesús Noguero, Helio Pedregal, Lucía Quintana, Sergio Sánchez Shaw, Marina Seresesky, Sara Sierra, Ana María Ventura, Marita Zafra. Lugar: Teatro María Guerrero. Madrid. 11 de Marzo de 2011.

Sublime. Una obra convertida en un clásico por su intemporalidad, siempre puede ser actualizada. Si miramos hacia la historia de la literatura dramática universal podemos encontrarnos con verdaderas joyas, esas pequeñas creaciones que nos interpelan directamente, que nos insultan. Woyzeck es un ejemplo problemático, entre otras cosas es una obra inacabada y el orden de las escenas no está claro. El dramaturgo alemán Georg Büchner murió a los 23 años, pero escribió sin pudor, retrató elementos vivos, ya fueran producto de una brutal y trascendental revolución como la francesa o de la violencia presente en las relaciones de clase, que tan descarnadamente se manifestaban en su tiempo.
  La exageración de algunos elementos psicológicos de un personaje, sea este Woyzeck o sea Marie, producen unos particulares perfiles en escena, algo, por otro lado, propiamente contemporáneo: la caricatura. Está este Woyzeck un poco desanimalizado, quizá le falte de bestialidad lo que le sobra a su mujer.
  El montaje personal dirigido por Gerardo Vera, con versión textual de Juan Mayorga, nos ofrece una perspectiva original del mito Woyzeck. Es este personaje del dramaturgo alemán un individuo marginal, no por decisión propia, que destroza su mundo en un movimiento vital que parece inevitable. Es un hombre abocado al crimen, en gran medida por el abuso de las fuerzas institucionales de su contexto.
  Un médico que lo usa como elemento de laboratorio, llevándolo a una situación de anulación social, eso sí, comprendiendo que será un objeto incómodo, pero sublime, por la intuitiva y poética visión que tiene del mundo que le rodea. Un militar simple y obstinadamente seguro de sí mismo, que utiliza su rango para incomodarle, para degradar a otro hombre que realmente le supera moralmente.
  La escenografía es formidable, se hace un uso correcto de las formas tubulares que sirven tanto de marco escénico que rodea la acción en todo momento, cobrando excesivo protagonismo, así como sufriendo una mágica inclinación en las escenas en las que el protagonista se muestra más salvaje, manifestando su mundo interior bello e infinito, espacio de locura lírica y a la vez lugar del crimen machista.
   Los actores principales cumplen con el rol asignado con gran solvencia. Ella, Lucia Quintana, se deja llevar por la pasión carnal durante toda la obra, sin arrepentimiento real fuera del sentimiento de culpa expresado ante su hijo; luego mantiene eficazmente su cuerpo inerte en escena, como cicatriz imborrable en todos nosotros, como la huella de baba que deja en el tablado, que confirma su profesionalidad. Woyzeck, Javier Gutiérrez, elevado o rebajado a loco asesino, mantiene su función maniaco-paranoica hasta el final de la obra.
   Quizá el orden de las escenas no resulta demasiado adecuada para aprovechar la creciente intensidad de la violencia que experimenta Woyzeck, a ráiz de los abusos constantes. Las escenas de agresión han sido distribuidas de una forma tan diseminada, que anula en cierto modo la sensación de enajenación creciente que lleva al personaje a cometer el crimen. Resulta así más difícil percibir la evolución que experimenta a lo largo de la acción.
   El comienzo del espectáculo divierte al público de forma directa, pero a la vez introduce la idea del circo en el que unos seres desgraciados, tratados como no humanos, son manipulados para la diversión del resto. Los espectadores del Maria Guerrero ríen con complacencia. El sonido constante de gotas lentas que caen, en consonancia con las palabras del militar, nos recuerdan la idea de la loca desesperación que lleva a la muerte.
Fabricio Barreiro

No hay comentarios: