sábado, 23 de junio de 2012

Chicago ¿musical o clonación?




Chicago. Elenco: Marta Ribera, Velma Kelly. María Blanco, Roxie Hart. Manuel Bandera, Billy Flynn. Marta Valverde,“Mama” Morton. J. Giró, Mary Sunshine. Marta Blanchart, Liz. Adán Aguilar, Fred Casely. Carles Carrasco, Sargento Fogarty / Doctor / Juez Cover Amos. Pascual OrtíA, Aaron / Dance Captain. Ella Ruíz, Annie/Cover “Mama” Morton. Eugenia Sánchez, June. Tatiana Monells, Hunyak. Director musical: Sergi Cuenca. Directores asociados: Scott Faris y Nigel West.

El género de teatro musical es el resultado de la adición de varias fuentes teatrales surgidas en el seno de diferentes culturas incluidas entre estas; la opereta vienesa, la comedia musical, la pantomima, el vodevil, el Music hall y el género burlesco entre otros. De su máximo esplendor hablan por derecho propio los escenarios de Broadway. Si analizamos la proliferación de este género y paralelamente el de sus adeptos en todo el mundo, especialmente en Europa, comprobamos que de su buena salud no hay dudas. En el caso de Chicago el musical, su novedad y atracción, deviene entre otros muchos valores, por provenir de una crónica periodística real; relacionada esta, con dos mujeres acusadas de asesinatos pasionales en la ciudad de Chicago, allá por los años 1920. La idea original de Dallas-Watkins, cronista del Chicago Tribune, surge de su propio seguimiento sobre estos dos procesos jurídicos. Su vocación de dramaturga le llevó a asociar el éxito de estas historias con su posible prolongación a las tablas, vislumbrando con esto recibimiento similar dentro del público teatral. Con el paso de tiempo el ejemplo de esta vigencia la encontramos en el retorno a la capital de España de este espectáculo, después de un recorrido exitoso por la escena Barcelonesa. En esta versión, la escenografía es única y multifuncional, minuciosamente copiada a la auténtica concebida en Broadway. Se trata de una especie de gradas donde se coloca la orquesta de jazz y en la que se acoge tanto a los músicos como a los personajes que en un momento determinado realizan evoluciones sobre ella. La misma abarca todo lo ancho del escenario dispuesta de tal modo que deja solo unos escasos metros hasta proscenio donde los cantantes, actores y bailarines desempeñan sus más importantes evoluciones.
     Velma Kelly y Roxie Hart, las dos homicidas en torno a las cuales gira el argumento de la obra, son encarnadas esta vez, por Marta Ribera y María Blanco. Ambas intérpretes hicieron gala de todo un caudal de talento e histrionismo. El abogado oportunista Billy Flynn, a quien da vida el reconocido actor y bailarían Manuel Banderas fue precisamente el talón de Aquiles. Si bien es frecuente verlo brillar en todo lo que hace, en este caso no logró convencer totalmente. Sus limitaciones vocales rayaron en la desafinación y sobre todo en la emisión de sonidos de calidad dudosa. A pesar, su oficio sobre las tablas, su don y su imagen, lograron cautivar a un público de seguidores incondicionales.
       El aspecto más acabado del espectáculo es sin duda el cuerpo coral; cantantes, actores y bailarines. Todos con la difícil tarea de convertirse en el “Hombre orquesta”, mantuvieron un nivel de simultaneidad coreográfica, vocal e interpretativa verdaderamente meritorias.
La banda de jazz, cuya batuta estuvo a cargo del carismático director Sergi Cuenca, fue integrada acertadamente como partícipe de la trama y no como un mero acompañamiento de la misma.
     Definitivamente el musical Chicago del Nuevo teatro Alcalá tiene todos los ingredientes para ser perfecto, es un clon exacto de su progenitor norteamericano, pero curiosamente es frío y sintético. Si nos interesamos por conocer sobre su director encontramos que sus nombres están omitidos de cualquier publicidad. Esto se debe a la peculiaridad de ser un espectáculo hecho en serie y que sus directores asociados Scott Faris y Nigel West se encargan solo de mantener la fidelidad de la versión de Brodway a través de supervisores. De igual modo ocurre con la parte musical y coreográfica. Ante este nuevo caso de “oveja Dolly teatral” nos preguntamos ¿Un espectáculo que no da pie a la creación personal de aquellos que lo ejecutan, es arte? El hecho es que apostar por lo foráneo en vez de recurrir al inmenso caudal artístico nacional ya no es el único problema, sino que ahora además el derecho a la creación artística es tonsurado y mutilado en favor del lucro y la monopolización de una productora que lo controla como dios, todo. El arte y la magia que ha hecho que los hombres durante siglos no hayamos podido prescindir de las representaciones teatrales, es muestra de la necesidad del individuo de expresarse libremente a través de los medios recogidos de la naturaleza y de los que con sus propias manos ha podido crear. La búsqueda ha sido incesante y el ser humano hurgó y hurgará siempre nuevas formas con las que se sienta más pleno e identificado. Impedir esto, lleva al terrible resultado de un arte descafeinado donde sus interpretes como androides son programados para ejecutar solamente, la visión de un controlador de la creación, sesgando el aporte personal e innato del artista. A pesar, la entrega y profesionalismo de los artistas españoles que intervienen en el musical Chicago de Madrid, hacen necesario el acudir a disfrutar de un arte ejecutado con el más alto nivel.


Habaguanex

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