viernes, 22 de junio de 2012

Maratón de sueños en forma de letra. La búsqueda de visibilidad de los nuevos dramaturgos.




Sueños, perversiones, recuerdos, encuentros, descargos y otros muchos fueron los temas que formaron parte de la  Primer maratón de lecturas dramatizadas de estudiantes de dramaturgia y dramaturgos egresados de la RESAD el pasado miércoles 29 de junio en la sala Guindalera de Madrid. La iniciativa llevada a cabo por Manuel Benito junto a la colaboración de Javier Hernando Herráez, tuvo una acogida cálida y entusiasta por parte del público, que a veces tomaba el espacio escénico para realizar le lectura de uno u otro personaje de las obras. Los limpios cambios entre escenas y las sencillas pero acertadas propuestas de lectura daban la sensación de estar presenciando un montaje perfectamente aceitado, sin embargo la improvisación  fue el ingrediente principal de esta fresca propuesta  que duró desde las 18 horas hasta casi la medianoche. Así entre risas y reflexiones se sortearon las dificultades provocadas por el fuerte aire acondicionado en contraste con las altas temperaturas exteriores, que fueron causa de  deserciones y algún desmayo.
     La maratón se dividió en cuatro bloques de aproximadamente una hora,  constituidos por piezas de distinta de duración. La velada fue amenizada por la presentación del actor y estudiante de dirección José Gómez, partícipe a su vez de varias lecturas.
    El primer bloque comenzó con la lectura de La madre de Felipe Vera; un monólogo interpretado por el mismo autor en el que vacía su alma en la última conversación con la dictadora Avelina. A continuación La noche de los feos de Angie Martin, nos habla del encuentro de dos personas que deben enterrar sus cicatrices para poder unirse. Underwear de Juan Ríos nos sumerge en el mundo una Lolita internauta y sus conflictivas relaciones. La risa vine de la mano de Vendido de Pedro Entrena; la escena de una ambigua relación entre un adulto y un niño que deben despedirse por intereses aparentemente externos. Y por último Fondue de María Velasco con los ingeniosos monólogos culinarios de un hombre y una mujer que se amaron.
     El segundo bloque se tiñe de comedia de la mano de María Montenegro y su obra El cisne, Un pequeño extracto de la obra verano de Manuel Serén cuyo ácido humor provocó la hilaridad del público y Maharrutxi de Paloma Arroyo.
     En el tercer bloque Un Cazador de Javier Hernando Herráez nos remueve con la lectura performática y vertiginosa de un cazador despiadado y Rocío Bello nos presenta en atriles Cave Canem, una inquietante tragedia cristiana vestida de blanco. La representación no llegó a su fin por causa del desmayo de una de las actrices en escena.
     El cuarto y último bloque de lecturas comienza con la propuesta realista de Rosalía Martínez; La Fiesta trata del empecinamiento de una niña de festejar un cumpleaños aunque todo  a su alrededor se venga abajo, y por último Manuel Benito homenajea al humor español con La suerte, igual que viene…, una disparatada comedia con innumerables personajes que abarcaban la totalidad del escenario de la Guindalera.
     Así finalizó esta bonita experiencia, obra de los precursores Benito-Herráez, que se espera se convierta en una modalidad fija para dar visibilidad a los nuevos dramaturgos en Madrid. 
     Cabe destacar la no participación de los profesores y directivos de la RESAD, siempre tan dispuestos a apoyar las iniciativas de los alumnos en alma pero no en cuerpo presente, exceptuando al joven José Cruz que incluso participó de una de las lecturas.


Ángel de Aza

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