viernes, 22 de junio de 2012

Las máscaras en litigio


La Avería. De: Friedrich Dürrenmatt. Dirección: Blanca Portillo. Versión: Fernando Sansegundo. Elenco: Daniel Grao, Emma Suárez, Fernando Soto, José Luis García Pérez, Asier Extendía, José Luis Torrijo. Vestuario: Elisa Sanz, Iluminación: Pedro Yagüe. Naves del  Matadero de Madrid.


Un juez (Daniel Grao), un abogado fiscal (Asier Etxeandia), un defensor (José Luis Torrijo) y un verdugo (Fernando Soto) se reúnen de vez en cuando en casa del juez para recrear los grandes juicios de la historia. Todos están jubilados y esta es la forma que tienen de pasar el tiempo. Lo primero que hacen es cenar. Mademoiselle  Simona (Emma Suárez), mayordoma del juez, se encarga de prepararles unos platos exquisitos que ellos lo celebran con canciones y lo acompañan de vinos refinados. Lo que parece un mero pasatiempo inocente se convierte en una trampa deliberadamente truculenta.  Llegará a escena un representante comercial del sector textil (José Luis García Pérez) que acaba de tener una avería con su coche y le pide al juez si puede pasar la noche en su casa.
            Blanca Portillo, demuestra que además de actriz puede dirigir. Inventa un inquietante juego que interpreta en clave de comedia bufa con algunos toques de terror. Nos analiza nuestra sociedad, donde lo que importa es a qué grupo perteneces. Un  mundo que exige ganadores y arrincona a los perdedores.
            La avería cuenta con una serie de elementos muy atractivos para el espectador, más allá de un buen reparto, el seguimiento de un proceso judicial siempre gusta, y más si está envuelto por el miedo.  Pero muy a nuestro pesar, el desarrollo del litigio se pierde un poco en otras consideraciones accesorias que restan a la trama. De entrada, todos los intérpretes, excepto el vendedor, llevan unas máscaras que distorsionan sus caras, unas caretas de látex para parecer más viejos, que les obligan a moverse como si fueran mayores. Por ello, deben de impostar la voz, cosa que hace que los personajes no sean muy creíbles.  Me pregunto, ¿no hay actores mayores capacitados para hacer el papel? ¿No ha sido un gasto excesivo crear las máscaras? Quizás, se podría haber dejado que los actores, sin látex en su rostro, demostraran su capacidad para representar a un anciano.
            Es muy probable que el interés inicial de la obra se disperse durante las dos horas de la representación. Quizás un montaje más austero, habría resultado, a mi parecer, mucho más efectivo.

                                                                                                 Aleix Serra

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