viernes, 22 de junio de 2012

Portazo a Goldoni




La hostería de la Posta. De: Carlo Goldoni. Dirección: José Gómez. Elenco: Antonio de la Fuente, Javier Lago, Borja Luna, Ana Mayo, Julián Ortega, Chema Rodríguez. Vestuario: Vicenta. Sala Garcia Lorca. RESAD.

El que fuera considerado el fundador de la Comedia Italiana moderna, Carlo Goldoni, ha llevado a los escenarios sus obras durante casi tres siglos, como todo buen clásico. Hoy, la Escuela de Arte Dramático cede una de sus salas para que el joven director  José Gómez nos lleve a conocer su propuesta sobre una pieza de este autor que entre muchos temas nos habla sobre la honestidad del amor en la mujer y sus obligaciones. Son múltiples los temas que podemos extraer de la obra. Sobre todo una fotografía de la alta sociedad veneciana del siglo dieciocho.
Dejando al margen una trama simple, encontramos sencillez en los elementos necesarios para que la obra sea representada: una austeridad de escenografía en escena -sin necesidad de cambio de decorado- y también del propio enredo de la obra. No podemos decir lo mismo del vestuario fiel e historicista, o bien; de una lámpara de araña como símbolo de la suntuosidad de esta clase alta. Seis sillas sobre el escenario. Seis representantes que sentados toda la obra, esperaban su momento de gloria con cierta presencia escénica propia de su clase social elevada.
Una mezcla de lenguajes y códigos, entre naturalismo, farsa y comedia del arte que en momentos rompía y en momentos trasladaba a lugares ajenos a nuestra concepción actual del poder y de la vida. Nos recuerda, constantemente, nuestro lugar como espectadores, mirando lo ridículos que eran los señores y señoras de esta condición. La comedia del arte y naturalismo son difíciles de fusionar.
Lo mejor los actores cómicos, que frente al público hicieron reír con descaro a más de un espectador. La técnica del director enfocada en las capacidades interpretativas y espaciales que emergen de la obra alcanzó en su mayor parte una frescura con algún momento de distanciamiento, con los apartes dichos a público directamente. Este elemento en mi humilde opinión fue el portazo de la protagonista. Una transgresión. Un estoy harta. Una pataleta. Este final dejó al público eminentemente crítico y profesional con lecturas más o menos enfrentadas y es que fue un poco desproporcionado dentro de tanta proporción. Un gesto poco creíble en ese contexto. Y es que Nora… sólo hay una.
Un espectáculo bien armado y digno para unos, algo burgués y anticuado para otros.

Juana Galgo Vereda

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