viernes, 22 de junio de 2012

Nuevos espacios para un teatro tierno




Moscas y milagritosCreación y elenco: Carlos Alcalde, Efraín Rodríguez, Karina Moscol, Laura Rojas Godoy,  Lourdes Martínez Downing, Nerea Rodríguez. Iluminación: Gustavo Huerta. Vestuario: Marcelo Galván. The HUB Madrid. 

La compañia peruana Entrecalles lleva haciendo la obra Moscas y Milagritos por diversas salas y festivales a lo largo de más de dos años. En esta ocasión nos convoca en el singular espacio The HUB Madrid. Este es un sitio de intercambio cultural que abarca muchas áreas de conocimiento y ahora abre también sus puertas al teatro. La sala se acondiciona para el rito de una manera bastante efectiva, aunque no está provista de luces ni de recursos básicos. Que la práctica teatral inunde nuevos espacios, acerca a un sector  nuevo de espectadores y refresca este arte.
     La obra de apróximadamente dos horas de duración, tiene una estructura segmentada de escenas cortas, que pretende ser un reflejo de la vida en los sectores más marginales de sudamérica, (no se especifica dónde sucede la acción). Los siete actores, entre los cuales se encuentra el director, representan un veintena de personajes: las niñas vendedoras de rosas, los ladrones, un mendigo, una vecina loca, una mujer embarazada, los malandros, camellos, proxenetas, prostitutas, un muerto etc... Todos se encuentran en un patio de un conventillo que deviene en diversos exteriores. Las historias se suceden, pero el hilo o más bien los flecos argumentales se pierden. Algunas historias no un tienen desarrollo completo y hay escenas comodín cuya única funcion es dar tiempo a que los actores se cambien.
     El espacio, dispuesto como un cuadrilátero, convierte al público en decorado, relleno o víctima de algún actor, que utiliza este recurso de participación reiteradamente. El público puede ver el hecho teatral y sus hilos ya que en una suerte de metateatralidad, vemos a los actores cambiarse para encarnar otros persoanjes.
Los actores trabajaban distintos acentos regionales, un lenguaje muy lejano que no se entiende sino se acompaña de una acción clara que nos ayude a comprender el sentido de la trama. En lo que concierne a la  interpetación, puramente gestual, Karina Moscol y Lourdes Martínez nos deleitaron con composiciones muy afortunadas, arrancado la risa del público en varias ocasiones.
     Esta compañia hace un teatro “a pulmón” al estilo independiente latinoamericano, a pesar de que ellos residen todos en Madrid. Esto se traduce en procesos de ensayos muy accidentados e insuficientes, creación colectiva, trabajo no remunerado etc... Actores y director se sumergen en esta aventura de hacer teatro por vocación quebrando las imposibilidades y los límites de las salas convencionales. El resultado es tierno y valiente aunque a veces se vean demasiado las carencias.

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