sábado, 23 de junio de 2012

Un grado superior





Nosferatu. De: Francisco Nieva. Dirección:  Ernesto Caballero y Ana Sala. Escenografía: José Luis Raymond. Elenco: Nosferatu Pitiflauti, Javier Carramiñana Moya. Reina Kelly, Santiago Tocarruncho. Maestros de ceremonia. Irene Díaz de Mera y Paco Lindón. Gran Marcial, Chemi Moreno. Aprendiz, Alejandro Mendicuti. Otilia, Rebeka Brik. Azul, Nerea Gorriti. Greta, Marta Cobos. Fiacro, Victor Manuel Coso, entre otros. Pianista: Nerea Gorriti. Diseño de iluminación: Aristeo Mora. Sala Valle Inclán. RESAD

El otrora, Real Conservatorio de música y declamación de Madrid, fundado en 1831 por la reina María Cristina de Borbón, se propuso desde sus inicios dotar a todos y cada uno de los atraídos por el arte del teatro en España, de las herramientas necesarias y profesionales que sirvieran para pulir el talento del artista. Esta profesión sugiere muchas veces a los neófitos, la idea, de que detrás de esta manifestación artística solo hay divertimento y alegrías. En definitiva, pasa tiempos....Pero, ¿será que el muy duro bregar para alcanzar su desarrollo, perfeccionamiento y respeto, durante siglos, no forma parte de un trabajo serio? Es preocupante pensar que a día de hoy y por ese pensamiento, es que aquel conservatorio, actualmente llamado, Real Escuela Superior de Arte Dramático, vea puesto en tela de juicio e incluso en peligro su categoría académica.
     Más de un siglo y medio ha pasado desde que en Madrid se creara una escuela donde, la lírica, el canto, la danza y la declamación, se dieran cita para conformar una pedagogía del arte teatral, que para satisfacción de todos aún sigue viva. Una muestra irrefutable de su vitalidad, es la obra de la dramaturgia española. Nosferatus, de Francisco Nieva, que en la sala Valle Inclán de la RESAD, hubo de representarse el día 9 de marzo del presente mes de marzo. Para este hecho se dieron cita los alumnos del nivel 4º de especialidad de interpretación textual, que bajo el asesoramiento de un claustro de profesores especializados, pusieron de relieve el trabajo que en este centro de enseñanza se realiza. La representación fue concebida por una escenografía única. El escenario estaba cerrado en sus tres caras visibles dejando solo tres aperturas a cada lado a modo de arcos de puerta por donde la evolución de los actores, sus entradas y salidas, se hacían factibles y fluidas. La pared de fondo se presentaba rematada con una puerta central por donde desarrollaban sus apariciones triunfales los personajes protagonistas. A nivel del púbico, a su derecha y muy cerca de este, el piano vertical terminaba de conformar el espacio. Las paredes aforadas en una simulación de lamé rojo, representan una especie de hades o basurero de las miserias humanas de la vieja Europa y una plataforma central de superficie reflectante a modo de trampantojo, imita espejos. En ella y metafóricamente, se reflejan los personajes en sus defectos, actitudes y comportamientos. Este es el contenedor físico de la historia personal y colectiva de un grupo de personajes que representan una serie de prototipos humanos y esferas sociales, que llevados al extremo en el desenfreno de sus instintos, nos hacen reflexionar sobre nosotros mismos. Desde la escena en todo momento emanó un torrente imaginativo, humorístico e irónico que nos promovió a la autocrítica. Con estas armas su autor toca nuestras conciencias de forma más que acertada, pero sobre todo entretenida. Los actores en su concepción polifacética y coral, adoptan varios personajes alternativamente. Todos, en momentos estratégicos hacen las veces de coro, solistas vocales e instrumentistas. Sus desempeños en los sentidos vocales, musicales, histriónicos e interpretativos, demuestran un nivel de madurez y versatilidad dignos de encomio. La fisicidad en toda la obra juega un papel crucial y la coordinación de movimientos en la escena, conforma un engranaje que como una maquinaria, acciona la biela que proporciona dinámica y apoyo al texto teatral. Queda patente el trabajo de entrenamiento al que han de ser sometidos los actores para cumplimentar esta partitura propia de un teatro gestual. 
     La dirección de escena y de actores proveniente de las manos de Ana Sala y de Ernesto Caballero, fueron efectivas. Juntos evidenciaron el dominio de gran variedad de técnicas teatrales y del conocimiento en la guía escénica aplicada a la persona del actor. Los lenguajes teatrales narrativos significados; en las luces, música en vivo y el espacio sonoro, no fueron menos y como sendos protagonistas lucieron en extremo. La conexión platea-escenario llegó a un nivel empático tal, que permitió que el público compartiera con continuas exclamaciones de agrado el resultado artístico que provenía de la escena. No podríamos hablar de la particularidad interpretativa del elenco actoral ya que funcionaban como una única pieza en la que todos eran vitales para que el mecanismo no desfalleciera. Al finalizar, las expresiones para aclamar a los artistas fueron el catalizador que evidenció que el arte ofrecido y recepcionado, en definitiva vivido, es una evidencia insoslayable del nivel superior que posee la enseñanza artística que se fragua en las aulas y talleres de la Real Escuela Superior de Arte Dramático.

Habaguanex

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