sábado, 23 de junio de 2012

Un plato de judías mágicas




Extraordinario. D
e: Col.lectiu Babazorro. ElencoBabazorro 1. Escenografía: Col.lectiu Babazorro, Isabel Velasco y Jaume Riera. Iluminación: Isabel Velasco. Lugar: Vestíbulo Espai LLiure. Barcelona.

En una época donde vender experiencias es algo “fashion” y comercial, sorprende que una cena como esteExtraordinario no tenga un restaurante estable en algún teatro atrevido de cualquier ciudad. Claro que cuando se trata de ir al teatro, la mayoría de la gente quiere ver actores sobre un escenario, quieren que se apaguen las luces, que haya acción y, sobre todo, que ningún actor le interrogue directamente.
            Extraordinario es una experiencia de espectáculo en vivo, por cierto nada espectacular ni teatral, pero sí muy artesana, que cuida hasta el último detalle y que se  realizada para narrar historias reales y sorprendentes a la vez, de esas que hacen pensar como han ido las cosas y por qué el mundo es como es. Dura  tres horas como mínimo, todo pasa alrededor de una mesa y el público tiene que hacer el esfuerzo de abrir la boca para hablar.
            Babazorro es un chico con rastas y con cara de buena persona, empieza sirviéndonos un vaso de Havana 7, también hay agua para quien no beba alcohol, con la intención de hacernos sentir el gusto. Nos explica que se hará una cena y que él irá hablando, y que ha intentado elaborar un menú que enlaza con historias que explicará.
            La primera historia que nos narra es la de San Pancracio, patrón del dinero. Nos hace levantarnos para ir hasta una pequeña mesa que está puesta y manipulada par conseguir unos pequeños efectos graciosos y sorprendentes. San Pancracio abre la puerta a temas relacionas con la iglesia.  El segundo tema es la historia de aquel gol que Maradona marcó con la mano en el partido Argentina – Inglaterra del Mundial de fútbol de 1986, y lo relaciona con el gol en la guerra de las Malvinas, y la amistad entre un Maradona cocainómano y Fidel Castro, lo mezcla con la imagen del Che Guevara. Luego avanza hablando de política internacional, de la raza negra, de la cultura de imágenes, del País Vasco y de la lengua, de sexo, etc.
            Babazorro con una visión especial que abre terreno a la duda sobre como hemos aprendido las cosas o como  las explicamos. Cuando llega el postre y el café, Babazorro se despide después de más de tres horas cocinando y hablando. Sorprende el hecho de que no quiere que se le feliciten ni siquiera quiere aplausos. Además, nos deja quedarnos todo el tiempo que queramos con la única condición de que el último apague las luces. Cuando pasa unos minutos todo el mundo marcha con una sonrisa en la boca y convencidos que ha sido una experiencia que les acompañará durante mucho tiempo.

                                                                                                  Aleix Serra

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